Solbes se libra del síndrome de Bruselas
El responsable económico del nuevo Gobierno, Pedro Solbes, cerró ayer cuatro largos e intensos años como comisario europeo de Economía. La voz suave del alicantino quedará inevitablemente ligada a la brillante historia del euro, a la tortuosa del Pacto de Estabilidad y a la dolorosa del fraude contable descubierto durante su mandato en Eurostat. 'Salgo este fin de semana y es probable que el lunes no vuelva', bromeaba ayer por la mañana en Bruselas. Y por la tarde decía adiós a colaboradores y allegados en el château de Val Duchesse, el palacete a las afueras de la capital belga donde se negoció en parte el Tratado de las Comunidades Europeas de 1958. Un marco adecuado para un europeísta sin fisuras.
'El europeísmo está en la aplicación de lo que pactamos en común', resumía ayer Solbes en un encuentro con la prensa. Y lanzaba una recomendación que puede recoger su sucesor, Joaquín Almunia. 'El comisario de esta cartera tiene una enorme influencia (...). Por eso debe ser extremadamente prudente en lo que dice y hace'. æpermil;l lo ha sido, según le reconocen hasta sus críticos. Unos días, u horas, en Madrid, probablemente le ayudarán a dejar a un lado la jerga comunitaria. Será una manera de curarse del síndrome de Bruselas, donde deja, con mucho pesar, a su fiel portavoz griego que, sin hablar español, ha blindado la imagen pública de Solbes. 'No me puedo llevar a Gerassimos Thomas, aunque me gustaría', reconoció.