Un europeo en Washington
Qué pensaríamos los españoles acerca de las instituciones europeas si las presidencias del Consejo y Comisión de la UE estuvieran preasignadas a un ciudadano francés y alemán, respectivamente? ¿Qué impacto tendría para España el hecho de no tener capacidad de participar en la definición de políticas en dichos órganos?
Algo parecido es lo que viene sucediendo históricamente en el seno del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La sucesión de Horst Köhler al frente de este último ha saltado a las páginas de los periódicos españoles al ser Rodrigo Rato uno de los aspirantes inicialmente designados. Tanto el Gobierno saliente como el entrante han mostrado su apoyo, si bien los pactos directos entre Francia y Alemania parecen haber rebajado progresivamente sus posibilidades.
Más allá de los juegos de poder, se han escuchado en estos días otro tipo de voces discrepantes. Moisés Naim, director de la revista Foreign Policy, ha calificado el proceso de 'obsoleto y turbio', afirmando que 'la selección de líderes para las instituciones financieras internacionales se basa en ideas arcaicas y procedimientos inaceptables'. Por su parte, Michael Mussa, ex economista jefe del FMI, ha declarado que el procedimiento debería ser 'más competitivo y transparente'. En el propio FMI, un grupo de más de 100 países representados en su directorio (fundamentalmente de Asia, América Latina, África y Oriente Próximo, apoyados por Australia, Suiza y Rusia) han reclamado el fin del reparto de poder entre EE UU y Europa, poniendo en marcha un proceso de selección que esté basado en el mérito de los candidatos. Influenciado por ello, el propio Gobierno británico también se ha mostrado en el último momento favorable a un sistema más abierto y transparente.
Responsable de Instituciones Financieras Internacionales de Intermón Oxfam
En realidad, todos ellos no hacen sino reproducir las conclusiones del grupo de trabajo que el propio FMI convocó en el año 2000, después del escándalo provocado por el proceso de selección de Köhler. Entre sus recomendaciones, incorporaba la necesidad de establecer criterios claros para identificar, nominar y seleccionar a los candidatos más cualificados. El Directorio Ejecutivo recibió el informe, lo consideró positivamente... y decidió que su aprobación no constituía una decisión formal de adoptar las recomendaciones incluidas (sic).
Lo que se está jugando es mucho más que un nombre o un cargo relevante. El FMI es una institución clave en las vidas de millones de personas, especialmente en los países más pobres. Recordemos los apuros de Argentina para renegociar los más de 3.000 millones de dólares que adeuda a la institución. El acuerdo ha incluido, por ejemplo, una subida forzada de las tarifas de luz y gas, que afectará especialmente a los más necesitados, los mismos que han sufrido el impacto de las crisis financieras o la falta de inversión en servicios públicos.
Por cuantiosos que sean los intereses de España (o, para ser más exactos, de nuestras empresas) en el FMI, es evidente que éstos son muy limitados frente a lo que está en juego para los países en desarrollo. Desde Intermón Oxfam experimentamos cada día el impacto de sus decisiones sobre los más pobres, y estamos convencidos de que los países en desarrollo deben tener una mayor capacidad de decidir y ser escuchados. De hecho, el propio Rodrigo Rato declaró durante las reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI en Praga que 'se ha de continuar con los cambios que actualmente se discuten en el seno de las instituciones financieras multilaterales para lograr una representación real de los países en los órganos de dirección y en la toma de decisiones'.
Resultar elegido por nominación directa desde Europa, en contra de la opinión de más de cien países, no parece el mejor camino para avanzar en esta dirección. Dos son los pasos mínimos para enderezarlo: que se abandone el proceso tradicional de selección y se dé paso a la transparencia y la democracia, y que todos y cada uno de los candidatos presenten cuál es su visión y su proyecto con respecto al rol del FMI.
De no ser así, nos podemos encontrar ante uno de los momentos más delicados en el debate en torno a la legitimidad de las instituciones financieras multilaterales, cuestionadas desde dentro y desde fuera, desde la derecha y desde la izquierda... Sea quien sea el elegido, no parece que ésta sea la mejor manera de comenzar su andadura.