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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El triple dilema de los tipos de interés

El BCE vuelve a estar en el centro de todas las discusiones. Ocurre siempre que la economía de la zona euro da síntomas de debilidad: jefes de Gobierno y ministros de Finanzas multiplican sus llamadas a favor de una política monetaria más laxa. Esta vez, sin embargo, la paradoja es triple. Hacen mal quienes desde responsabilidades institucionales presionan al BCE (como siempre); pero sería bueno para la zona euro que los tipos bajasen (esta vez sí), y finalmente, un recorte del precio del dinero es lo último que necesita España (ahora menos que nunca).

A los mensajes a favor de tipos más bajos lanzados por el canciller alemán y el primer ministro francés, ya antes de la última reunión del BCE, se han sumado ahora numerosas voces de políticos y economistas ante la de este jueves. El presidente del prestigioso IFO alemán considera llegada la hora de un recorte -las tasas permanecen en el 2% desde junio de 2003, el nivel más bajo desde 1948-. A la vez, miembros del BCE han reeditado la cacofonía de la era Duisenberg y recuerdan día sí día no la obviedad de que se tomará esa medida 'si fuera necesario'. El mismo Jean-Claude Trichet pareció mostrarse predispuesto a la bajada, tras destacar recientemente su preocupación por la débil confianza de los consumidores. En cualquier caso, se espera una señal y el consenso es que la bajada se producirá en mayo.

Desde la óptica de España, sin embargo, resulta difícil apoyar un recorte. Un movimiento que no haría sino traer más riesgo a un crecimiento basado sólo en el consumo y la construcción, y que estimularía aún más un crédito ya disparado. De hecho, si España tuviese todavía control sobre su política monetaria, un banco central independiente hubiese colocado ya los tipos un par de puntos por encima de su nivel actual.

Pero en clave europea es cierto que las débiles perspectivas, la caída de la confianza, la anemia del consumo y la fortaleza el euro aconsejan emplear el margen que hay para relajar la política monetaria. Y más con la inflación controlada. æpermil;se es el dilema europeo. Razón de más para apoyar la independencia del BCE.

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