El cuento de la prima de riesgo
La prima de riesgo aumenta como consecuencia de las tensiones geopolíticas. O la Bolsa baja porque no se sabe hacia dónde camina el mundo. Ambas expresiones quieren decir lo mismo. Pero una se suele encontrar en los informes de análisis más sesudos mientras la otra sirve para explicar lo que ocurre de un plumazo. El hecho es el mismo: El miedo a atentados terroristas, guerras y otros desastres ha eliminado de la cabeza de los inversores las buenas perspectivas económicas de hace un par de semanas.
Los analistas lo explican con el cuento de la prima de riesgo. ¿Qué es la prima de riesgo? Es una cifra que refleja la mayor o menor disposición de los inversores a asumir el citado riesgo a cambio de una rentabilidad. Y se calcula a posteriori, teniendo en cuenta los precios relativos de los activos a partir de un determinado modelo.
Así, cuando la Bolsa baja porque el Ejército israelí ha asesinado al líder de Hamás, ello no significa que el mercado tema una oleada de atentados como el de Madrid el fatídico 11-M y por eso todo el mundo venda. No, lo que ocurre es que ese ente llamado prima de riesgo ha bajado.
La prima de riesgo, pues. Aunque el inversor asuma como propio este cuento, tampoco ve solución a sus problemas. ¿Qué hará mañana la prima de riesgo, subir o bajar? La respuesta no está en estimaciones o cálculos objetivos, sino en la difusa y compleja realidad. Lo que viene a demostrar la inutilidad de esos lujos matemáticos que tanto predicamento tienen en el mundillo financiero.
La realidad es tozuda, y acostumbra a dar revolcones a los juegos florales. La Bolsa ha subido porque había fundadas expectativas de que las economías iban a crecer más de lo que se preveía. Ahora baja porque hay un justificado miedo al terror.
Hablar de la prima de riesgo como un ente en sí mismo es tan erróneo como considerar la Bolsa una variable independiente. La prima de riesgo depende de las cotizaciones y, por tanto, no puede servir como guía sobre el comportamiento de éstas.