El delicado papel del alto cargo cesante
Ellos pasan y nosotros permanecemos, ¿quién será ahora nuestro jefe?'. Tras un proceso electoral, son muchos los funcionarios que están a la espera de saber qué nuevo director van a tener, esto es, quién ocupará cada uno de los puestos de confianza del Gobierno entrante. También son muchos los altos cargos que ya están pendientes de su salida. La empresa privada parece un buen salvavidas. Pero según explica Enrique de Mulder, presidente de la consultora de recursos humanos Hay Group, 'la demanda de estos profesionales habría sido más alta si hubiese ganado el PP'. En su opinión, esto habría permitido incorporar a la empresa a personas cercanas al poder.
De Mulder distingue tres perfiles de alto cargo. Por un lado, los funcionarios de libre designación, cuya previsible salida no se presenta traumática al conservar su estatus de funcionario. Por otro, el alto cargo que llegó a la Administración desde el sector privado ofrece una alta empleabilidad, una característica que ha mejorado con su experiencia en la Administración y que hará fácil su vuelta a la empresa. Y un tercer grupo, al que De Mulder denomina 'el enchufado'. Personal cuyo atractivo ha sido su disposición política y cuyo perfil profesional es bajo. 'æpermil;ste sí que tendrá problemas para encontrar un nuevo destino', aclara.
Para Jon Zárate, director general de la consultora Human Management Systems, 'pasar de la Administración a la empresa privada tiene mala prensa, pero hay bastantes ejemplos de profesionales en los que el paso ha sido perfecto'. Para el nuevo cargo que llega las cosas tampoco son fáciles. 'Aterriza sin paracaídas y sin mapa de situación', afirma Zárate. En su opinión, para generar confianza en el equipo con el que van a trabajar deben atender tanto a cuestiones organizativas como emotivas. 'Ante la llegada de un jefe nuevo se generan expectativas de desarrollo y también miedo. Y esto debe cuidarse', señala. Como consejo, propone 'utilizar a los facilitadores para bloquear a los obstruccionistas'.
Para De Mulder, 'la persona que llegue ahora a un cargo tiene que vender su proyecto de servicio público sin tintes políticos, debe reconocer la profesionalidad de los funcionarios y actuar con humildad preguntando: ¿tú como lo harías?'.
Aunque De Mulder cree que la asignatura pendiente de la Administración es 'profesionalizar la alta dirección', los funcionarios actúan con eficacia y calidad porque saben que 'ellos permanecen y los altos cargos pasan'.
Personal de confianza
Cargo políticoDesde el puesto de ministro (nombrado por el presidente del Gobierno) hasta el de director general (nombrado por el ministro o secretario de Estado del que dependa) se dan los cargos puramente políticos. Con un cambio de Gobierno, estos puestos también cambian de manos. Son los primeros cargos que se nombran y, según el cargo de que se trate, deben recaer en funcionarios de carrera o pueden ser elegidos entre personas que provienen del sector privado.Puesto eventualNo son funcionarios de carrera porque su puesto en la Administración es eventual. Sin embargo, su situación es semejante a la de los funcionarios, pero con la ventaja de estar eximidos de acceder por oposición. Son cargos de absoluta confianza y su nombramiento aparece en la Relación de Puestos de Trabajo de la Administración Pública. Entran y salen cuando entra y sale el cargo político al que están adscritos.Libre designaciónLos puestos superiores en la Administración o de especial confianza son de libre designación. Se trata de puestos que sólo pueden ser ocupados por funcionarios públicos a los que se accede por nombramiento del ministro o secretario de Estado que corresponda previa convocatoria pública. Sólo pueden cubrirse por esta vía determinados puestos, como el de los delegados y directores territoriales y las secretarías de altos cargos de la Administración. Además de libre designación también son de libre remoción, por lo que según llegan también pueden cesarse. Tras abandonar el cargo no pierden su estatus de funcionario, pero para acceder a un puesto (incluso al mismo que disfrutaban antes de ocupar un cargo de libre designación) deben ir a concurso.
Los primeros días del recién llegado
Naturalidad, cooperación y muchas horas de trabajo en común. Así resume el periodista Eduardo Sotillo, portavoz del Gobierno de Felipe González en 1982, el traspaso de funciones que se produjo entre los equipos de gobierno de UCD y el PSOE. 'Afortunadamente hay prácticamente un mes para hacer el traspaso de poderes. Es una labor de muchas personas, de equipos enteros en los ministerios y de muchas horas de trabajo, conversaciones y examen de documentos', explica Sotillo.En su caso, reconoce que fue afortunado por contar con toda la cooperación necesaria por parte de su antecesor, Ignacio Aguirre, Secretario de Estado de Comunicaciones en el Gobierno de UCD. 'Recuerdo que tuvimos varias comidas juntos y que me proporcionó sin ningún problema el acceso a toda la información y a todos los archivos'. En su opinión, la mayor o menor facilidad del cambio depende fundamentalmente del talante personal del equipo en cuestión. 'Mi impresión es que, en ese momento, el proceso fue natural y tranquilo en casi todos los departamentos'.Sotillo reconoce que los primeros días son una fuente de inquietud para el recién llegado al cargo. 'Al principio sientes un enorme desconcierto. Lo primero que tienes que hacer es conocer al personal con el que trabajas y decidir a quién mantienes. Yo conservé a todo el equipo anterior, incluidos algunos cargos de responsabilidad', señala. Como anécdota divertida, recuerda que preguntaba a Aguirre si había algún secreto en el departamento y que éste, en respuesta, le mostró la caja fuerte del departamento. 'Estaba vacía. Allí sólo estaban las instrucciones'.