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Elecciones 2004

Rodríguez Zapatero: Tranquilo hasta la recta final

Zapatero ha utilizado a Aznar como sparring pero en el último minuto tuvo que dejar el entrenamiento por sentido de la responsabilidad.

El de ayer domingo fue su segundo examen, muy distinto al que le aupó a la secretaría general del PSOE en julio de 2000. No porque Mariano Rajoy fuera un objetivo a batir más difícil que José Bono, sino porque, en aquella ocasión, José Luis Rodríguez Zapatero disponía de un observatorio más a su medida para controlar el proceso de relevo al frente del partido y, en ésta, su contrincante ha sido el que ha tenido a su alcance todos los medios, incluidos los del Gobierno, para correr en una carrera que sólo los más optimistas o inocentes pueden ver en términos de igualdad.

Se dirá con razón que la meta hacia la secretaría general del PSOE tiene poco que ver con la línea de llegada a La Moncloa. Pero la verdad es que Zapatero asumió este último reto con mayor entusiasmo todavía que el primero, hasta el punto de que el comportamiento de José María Aznar en la guerra de Irak y en la catástrofe del Prestige le sumieron a él y a su partido en un espejismo que le acercaron a La Moncloa cuando aún faltaba un año para las elecciones.

Vallisoletano de nacimiento y leonés de adopción, Zapatero, con sólo 43 años de edad, tiene ante sí una larga carrera política supeditada a la lectura que haga su partido de los resultados de ayer domingo. Hasta su acceso al liderazgo del PSOE, su única experiencia se limitaba al terreno universitario y al parlamentario, ámbito, este último, en el que ahora le va a tocar batirse en duelo con Mariano Rajoy después de haber tenido durante tres años a Aznar como una especie de sparring con el que ha sido imposible entrenar en el último minuto debido a la altura de miras que impone la magnitud de la matanza presuntamente perpetrada por el terrorismo árabe en Madrid.

Mas allá de los resultados que arrojaron ayer las urnas y en una legislatura que va a necesitar de mucho diálogo, a Zapatero le queda una asignatura pendiente como es la renovación de la dirección de su partido. El próximo congreso federal está previsto para julio y, en el mismo, el secretario general del PSOE no sólo tendrá que rendir cuentas de su gestión, sino que, lo más importante, estará obligado a presentar un proyecto político dotado de mayor madurez y precisión que el utilizado en esta ocasión para concurrir a las urnas.

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