_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las instituciones y el día después

El jueves -otro fatídico día 11- todos, sin distinción, fuimos víctimas, porque todos fuimos salvajemente atacados en nuestra convivencia. Unidos en el dolor y el rechazo frontal a los asesinatos, en la condolencia a las víctimas, familiares y heridos. El hilo conductor que va del atentado de Hipercor en Barcelona al de los trenes de Atocha y otros lugares de Madrid es también el hilo que nos recuerda los valores fundamentales que se pretenden amenazar de nuestra convivencia, y nos ratifica que debemos y queremos estar unidos en la defensa de la vida y la libertad.

Me dicen que escriba acerca de las consecuencias sociales, políticas y económicas, y ciertamente da reparo, ya que podría parecer como mínimo insensible. Pero tras la condena firme, hay que recordar que lo que pretenden estos actos es precisamente impedir el avance del proceso de articulación de nuestra convivencia y futuro. Y la principal lectura que querría hacer el día después es que el refuerzo en la defensa unánime de los valores fundamentales de nuestra convivencia social, política y económica -la libertad y la democracia- ha de salir fortalecido de esta trágica prueba. Y mi argumento es que, el día después, tenemos más que nunca la responsabilidad y la oportunidad de reforzar las bases de nuestra convivencia y nuestro futuro en la medida que nuestro capital social y nuestras instituciones respondan adecuadamente, y eso es tarea de cada uno. Activos como el capital social y las instituciones tienen un papel económico fundamental, en el sentido más propio de fundamentos de la organización económica y social.

Nuestro capital social -que configura con el capital físico, el humano y el tecnológico la base de la prosperidad- debe salir reforzado. La constatación brutal de sentirnos amenazados de forma conjunta e inseparable -en Cataluña como en toda España- actúa de aglutinador de una lealtad recíproca entre personas y pueblos. Una lealtad que se retroalimenta con la solidaridad, ambos ingredientes esenciales del capital social, que el sentido común y los estudios económicos y sociológicos recientes muestran como una pieza clave del progreso de las sociedades.

Instituciones sólidas y eficaces es la forma en que se manifiesta una sociedad que sabe que la cooperación es la base de la prosperidad, y que las economías de mercado se basan ciertamente en la competencia económica que deriva en la pluralidad que sólo tiene sentido cuando se comparten firme y lealmente unas bases sólidas acerca del marco institucional.

Y exactamente de la misma forma, la competencia política y los debates sociales tienen sentido cuando se asume firme y lealmente un marco institucional que ha de ser, como el mercado, plural para ser compartido, a la vez que compartido para ser plural.

Unas instituciones cuya solidez y eficacia se pone a prueba en momentos difíciles, pero que también son determinantes en el día a día de la vida normal, del trabajo, del estudio, de la empresa, del desempeño sociopolítico. Este papel de las instituciones merece hoy un sólido reconocimiento, de nuevo tanto en el sentido común como en la literatura económica y en la contrastación econométrica.

Y cabe recordar que una tarea esencial de las instituciones es servir de cauce para debatir y resolver las discrepancias, de repartir los costes y beneficios de unos procesos económicos y sociales que la economía globalizada -con sus secuelas relocalizadoras y redistributivas- hace cada vez más complejos.

Bastarían las nuevas y difíciles exigencias de nuestra inserción en una realidad global, con cambios en las reglas del juego evidentes, para requerir que nuestras instituciones funcionen mejor que nunca, utilizándolas con toda su efectividad y redefiniéndolas en lo preciso para adaptarlas a nuevas realidades. Pero incluso por encima de esa imperiosa necesidad, acontecimientos trágicos como los del día 11 evidencian que necesitamos confiar lealmente en las instituciones democráticas como marco plural y compartido para salvaguardar lo esencial de nuestra convivencia y afrontar sus fricciones. No podemos aceptar que se destruya ese marco. Como no podemos aceptar que nadie se lo apropie en exclusiva. Como los mercados, las instituciones sólo tienen sentido si son de todos.

El jueves trataron de destruir la base de la convivencia. La sociedad española ha hablado ejemplarmente claro, exigiendo respeto a la vida y a la libertad de todos. Mañana, 14-M, la ciudadanía debe reforzar la solidez de las instituciones con la mejor arma de la democracia: el voto. Y a partir del martes las instituciones, democráticas, plurales y compartidas, han de articular de forma abierta y leal una convivencia de la que depende el nivel y la calidad de esa vida y el de nuestros hijos.

Archivado En

_
_