El director de Caja España niega presiones políticas y da por pacificado el consejo

El recién desembarcado director general de Caja España, José Ignacio Lagartos, tiene una clara prioridad, limpiar la mala imagen de la caja tras el fuerte conflicto político en el consejo que provocó la salida del presidente Juan Manuel Nieto Nafría (el quinto en 14 años). En su primer encuentro con la prensa en Madrid negó haber recibido presiones y advirtió veladamente que no las tolerará.

'No he tenido ninguna presión', dijo ayer ni siquiera al aprobar el organigrama, pese a que hubo públicas disensiones en el consejo. 'Yo vivo muy mal las imposiciones' y 'desde el principio he dejado clara mi posición', señaló en un encuentro organizado por la Asociación de Periodistas de Información Económica.

Toda una declaración de intenciones tras la crisis que vivió la caja entre noviembre y enero, cuando los votos del PSOE, Unión del Pueblo Leonés (UPL) y UGT dieron la presidencia al independiente Victorino González. Lagartos, ex director financiero del Instituto de Crédito Oficial (ICO), quiere imponer un giro en la caja hacia un mayor beneficio, mayores ingresos y una cartera de participadas rentable, a lo que une el cumplimiento de un código ético que implique a la entidad, proveedores y clientes.

En cuanto a inversiones, la caja reducirá su presencia en la inmobiliaria Fadesa, que saldrá a Bolsa, desde el 5,5% actual para lograr plusvalías.

No es descartable que se quede con un 3%. Aspira a tener un consejero más en Ebro Puleva, donde mantendrá su presencia que considera 'estratégica' (5,53%). Y acaba de incorporar el 0,7% de Iberdrola que compró por 90 millones para que las seis cajas de Castilla y León llegasen al 2%, una presencia que se mantendrá, 'mínimo' tres años. Supedita la designación de un consejero al apoyo del 80% de las cajas.

Con objetivos a corto plazo, a través del plan 100 días, la caja de ahorros se centrará menos en hipotecas y más en créditos al consumo, para pymes y profesionales liberales.