El AVE Madrid-Barcelona absorberá el 80% del mercado, según un estudio
Aún no se sabe cuándo llegará el tren de alta velocidad a Barcelona (ayer el ministro de Fomento anunció que a Girona arribará en 2008), pero sí se conoce que son muchos los viajeros que elegirán este medio de transporte y no el avión en sus desplazamientos entre Madrid y la Ciudad Condal. Según un estudio realizado por Diners Club International, cuando hayan pasado cinco años desde la inauguración de la línea, el AVE copará el 80% de los pasajeros.
Los datos correspondientes a 2002 revelan que 4,7 millones de pasajeros viajaron entre Madrid y Barcelona, un 89% de los cuales lo hicieron utilizando el avión frente a un 11% que lo hizo en tren.
Sin embargo, en su informe anual La radiografía del viajero español 2003, Diners Club International prevé que tres años después de la llegada del AVE a la Ciudad Condal -actualmente el trayecto finaliza en Lleida- el 60% de los viajeros, estimados en un total de 6,5 millones, optará por el tren, frente al 40% que mantendrá su fidelidad al avión.
La tendencia se agudizará transcurridos cinco años, momento en que el 80% de los 7,5 millones de pasajeros previstos entre ambas ciudades viajarán en AVE, frente al 20% que se decantará por el puente aéreo.
Hasta que ese momento llegue, la ruta aérea entre Madrid y Barcelona seguirá siendo la más utilizada por los ejecutivos españoles, seguida por los vuelos Madrid-Bilbao y Madrid-Valencia.
Por otra parte, el transporte aéreo sigue remontando la peor crisis de su historia dando pequeños pasos. Según el mismo estudio, en 2003 el avión ganó terreno frente al tren con un crecimiento del 2,17% respecto a 2002, y representó el 89,59% de los desplazamientos por motivo de trabajo en 2003.
El estudio, realizado con estimaciones de la consultora Altair Management Consultants, reparte el peso de las fuentes de crecimiento futuro del número de viajeros del tren entre Madrid y Barcelona entre un 75% de pasajeros trasvasados desde el uso de las líneas aéreas y un 25% fruto de la demanda inducida, esto es, la que no existiría de no establecerse una línea ferroviaria de alta velocidad.