Unas hipotecas sin freno

El negocio hipotecario sigue imparable. Así lo acreditan los datos de la Asociación Hipotecaria Española (AHE): en enero el crédito hipotecario volvió a crecer el 24%, el mismo porcentaje de subida con el que se cerró el pasado año, y en diciembre se batieron todos los récords de contratación de este mercado, con 11.710 millones. Los expertos llevan meses pronosticando un enfriamiento del crédito hipotecario. Pero esta ralentización no sólo no llega, sino que, si nos atenemos a la batalla hipotecaria desatada por la banca y reavivada cada poco tiempo, invertir en ladrillo parece que sigue siendo una de las opciones preferidas por los españoles. Es cierto que algunos bancos han comenzado a endurecer los criterios para conceder un préstamo hipotecario, aunque son los mínimos, y que otras entidades financieras han iniciado la búsqueda de alternativas de crecimiento de su negocio ante la tan publicitada ralentización de las hipotecas. Pero es igualmente cierto que una parte de estos bancos mantienen abierta una batalla por captar al cliente hipotecario que les ha introducido en un círculo vicioso en el que el precio, el más bajo, se ha convertido en el rey del reclamo.

Hay varios argumentos en su defensa: una competencia feroz que casi les obliga a tener que crecer para demostrar al mercado su gran potencial; una morosidad bajo mínimos, tipos de interés bajos y unos fuertes controles del riesgo. Pero también hay argumentos en contra: la guerra de precios provoca menores ingresos, que la banca compensa con mayores comisiones; la amenaza de la burbuja inmobiliaria sigue, lo mismo que un repunte de la morosidad si suben los tipos. Por ello, y aunque el cliente esté satisfecho por los bajos precios, la banca debe reflexionar. Puede llegar un momento en que la bonanza de este mercado estalle. Y las consecuencias serán nefastas.