La encrucijada China
Las dificultades para acceder al mercado chino son considerables. Sin embargo, las oportunidades que ofrece hacen que merezca la pena el esfuerzo. El autor asegura que el riesgo no está en entrar, sino en quedarse fuera del que va a ser el mayor centro comercial del mundo
La entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) supone que cada vez más empresas españolas tienen que competir en los mercados internacionales, y en el español, con productos chinos más baratos y de una calidad creciente. Ante este reto, la empresa española debe demostrar toda su capacidad de reacción, apoyándose en todos los instrumentos que la Administración Comercial española pone a su disposición, para diseñar su estrategia de entrada en China como vía para aumentar su competitividad y su cuota de mercado internacional.
En las últimas dos décadas China ha registrado un crecimiento medio del 10%, convirtiéndose en el sexto país con mayor PIB del mundo y en el cuarto con mayor volumen de comercio. Su notable superávit comercial le ha permitido acumular un creciente nivel de reservas que alcanza ya los 385.000 millones de dólares, lo que además convierte a China en uno de los principales demandantes de bonos internacionales.
El gigante asiático está destinado a convertirse en el mayor fabricante en sectores tan interesantes para la empresa española como automóvil o tecnologías de la información
La creciente competitividad de china se debe a la combinación de fuertes volúmenes de inversión extranjera -es hoy el primer país del mundo en recepción de inversión extranjera directa, con más de 60.000 millones de dólares previstos en 2003- con la existencia de bajos costes laborales, habida cuenta de que los salarios de mano de obra no cualificada se sitúan alrededor de los ¦euro;100 dólares al mes.
Aunque estos datos macroeconómicos invitan a cualquier empresa a reflexionar sobre la importancia de abordar este mercado, la realidad es que nadie que haya hecho negocios en China puede decir que operar en este mercado sea sencillo.
El desconocimiento de un marco normativo y fiscal, que todavía no ofrece las mismas garantías jurídicas que el sistema europeo, supone una barrera, si bien se están realizando mejoras en ámbitos tan importantes como la protección de la marca. La cultura y el idioma son otro obstáculo que sólo puede ser evitado con tesón, paciencia y un proyecto serio a medio plazo. Sin embargo, las oportunidades de este enorme mercado hacen que merezca la pena el esfuerzo. Hay tres aspectos claves de interés para la empresa española en su estrategia de internacionalización en China.
En primer lugar, la capacidad de compra o renta per cápita de un 5% de los de 1.250 millones de habitantes de China, es decir 65 millones de personas, supera ya los 5.000 dólares per cápita al año. Un ejemplo está en el distrito más moderno de Shanghai, Pudong, que tiene más de tres millones de personas, y registra una renta per cápita de 6.000 dólares, con un crecimiento del 17%. El mercado chino ha alcanzado un tamaño tal que algunas de las principales multinacionales de Alemania o EE UU reconocen que es ya su principal mercado en el mundo.
En segundo lugar, China está destinada a convertirse en el mayor fabricante mundial en sectores tan interesantes para la empresa española como el automóvil o las tecnologías de la información. China es ya el tercer productor mundial en el sector de tecnologías de la información y se prevé que en 2010 se convierta en el número uno, por delante de EE UU. En este ámbito, la empresa española tiene dos campos de actuación diferenciados. Por un lado, el suministro de bienes industriales y equipos que requieren las empresas chinas para fabricar productos de calidad. Por otro, la inversión en plantas productivas, bien para proveer al mercado chino o asiático, bien para suministrar al creciente número de empresas multinacionales instaladas en China.
Por último, no debemos olvidar la creciente demanda de las autoridades chinas para la construcción y gestión de infraestructuras en sectores como transporte y medio ambiente, donde las empresas españolas gozan de considerable prestigio. Los grandes eventos que se avecinan, como los Juegos Olímpicos en Pekín en 2008 o la Expo Shanghai 2010, suponen un aliciente extra para las infraestructuras.
La Administración Comercial española es plenamente consciente de la importancia del mercado chino para el futuro de la empresa española y también de las dificultades a las que se enfrentan las pymes a la hora de abordarlo. Por ello, en el marco del Plan Asia, está realizando un esfuerzo notable para apoyar a las empresas españolas. La Secretaría de Estado de Comercio y Turismo, a través del ICEX y de las tres Oficinas Económicas y Comerciales de España situadas en China -Pekín, Shanghai y Hong Kong- realiza una labor clave en la promoción de los productos españoles en China. Un ejemplo ilustrativo de la importancia otorgada por la Administración Comercial española a China es el hecho de que Shanghai será la ciudad del mundo donde se organicen más pabellones oficiales de España en 2004.
A su vez, España se ha convertido, tras Japón, en el segundo mayor proveedor mundial de fondos concesionales a China, mediante la utilización de créditos blandos en el marco del Fondo de Ayuda al Desarrollo que permiten compaginar la exportación de suministros españoles con la realización de proyectos que favorezcan el desarrollo del país.
La combinación de estas políticas de apoyo a la empresa española y el mayor interés de éstas por explorar el mercado chino comienzan a dar sus frutos. En el último año las exportaciones españolas a China han crecido más del 60% y todo apunta a que dicha cifra mantendrá un crecimiento exponencial en el futuro. Por otro lado, ya son casi 200 las empresas españolas instaladas en China, y todo indica que dicha cifra seguirá aumentando a tasas sin precedentes.
En definitiva, las palabras amenaza y riesgo tan frecuentemente empleadas para criticar el aparición de China en el escenario económico internacional comienzan a tener otro significado: el verdadero riesgo que amenaza a nuestras empresas sería ignorar el que está destinado a ser el mayor centro económico y comercial del mundo en los años venideros.