Talgo tiene la palabra
Renfe ha cerrado la concesión del mayor contrato de su historia, 40 trenes y su mantenimiento, optando por Talgo y Siemens. El fabricante español, asociado a la canadiense Bombardier, se encargará de la mayor parte del pedido, 30 trenes, en tanto que los 10 restantes corresponderán al grupo alemán. El polémico reparto ha estado precedido de fortísimas presiones de todas las partes implicadas, incluido el Gobierno.
El resultado final es un clarísimo espaldarazo a Talgo, la empresa de la familia Oriol, que lucha por salir de una crisis a la que le han abocado cuatro años de pérdidas y que acaba de provocar un serio ajuste laboral. El apoyo a los proyectos nacionales, especialmente los que requieren un desarrollo tecnológico como el de los AVE, siempre es loable.
De hecho, si empresas como Siemens o Alstom no hubieran tenido el respaldo de sus respectivos Gobiernos en momentos críticos, no serían lo que son hoy. Además, Talgo ha cumplido hasta ahora con absoluta escrupulosidad sus compromisos. Ha entregado a tiempo tres de los AVE que cubrirán el trayecto Madrid-Barcelona. Algo de lo que no puede presumir Siemens. El triunfo del fabricante español supone un punto de apoyo importante para su proyección exterior, aunque ésta vaya de la mano de Bombardier, que, a su vez, es socio de Siemens en otros mercados.
La resolución definitiva del contrato y el anuncio de nuevas inversiones tratan de guardar el equilibrio. Los 10 AVE y el mantenimiento correspondiente dan a Siemens carga de trabajo, mientras que a Alstom, el gran perdedor del concurso, se le abre la posibilidad de optar a la venta de 40 trenes de cercanías.
Ahora, una vez resuelto el peliagudo contrato, son los fabricantes los que tienen la palabra. Y, sobre todo, Talgo. Su futuro y su credibilidad están en juego.