Estabilidad de tipos del BCE
Una bajada de tipos en la reunión de hoy del consejo de gobierno del BCE sería no sólo una sorpresa sino también una acción inútil, a juicio del autor, que lo considera un instrumento inadecuado e ineficaz para atajar los actuales problemas de la economía europea
Si el consejo de gobierno del BCE baja hoy sus tipos de interés, una gran mayoría de los analistas lo consideraremos una sorpresa, pero, creo, todos lo calificaríamos como una acción inútil. Y es que, a las alturas de tipos oficiales que hay en la eurozona, poco cabe esperar de los estímulos que puedan llegar de la política monetaria.
Probablemente las discusiones del consejo incidan en aspectos como la apreciación del euro desde finales de 2002 y su volatilidad en los últimos tres meses, la evolución de la economía mundial y su tibia incidencia sobre los indicadores de producción de bienes comercializables de la eurozona, o la atonía de la demanda interna y de la creación de empleo en la UEM. Probablemente, también se preste atención al alza de los precios internacionales de las materias primas, y se ratifique el apoyo a las iniciativas legales de la Comisión Europea tendentes a reactivar la vigencia el Pacto de Estabilidad.
La reactivación económica global puede ser el origen de la subida de los precios de materias primas industriales, incluido el petróleo
Revisados los asuntos citados, la conclusión podría ser: no hay nada que con una relajación adicional de la política monetaria se pueda hacer para solucionar la situación, por no ser el instrumento adecuado o por su ineficacia para atajar los problemas planteados.
Respecto a la apreciación del euro, se produce en una situación en la que el comportamiento de la economía europea es peor que la de sus principales socios, los cuales, en algunos casos, ya han tomado medidas de endurecimiento de sus políticas monetarias. Sólo la apreciación del euro desde noviembre de 2003 a finales de febrero (cuatro puntos porcentuales respecto a la cesta de monedas de los principales socios de la eurozona) podría equivaler a una elevación de los tipos oficiales de unos 0,4 puntos porcentuales, pero podría ser compensado por la evolución a la baja de los tipos monetarios en los plazos más largos (el euribor año cayó 0,4 puntos porcentuales en el mismo periodo). La corrección de los tipos monetarios más largos significa un retraso en la expectativas de subidas de tipos de interés oficiales que descontaban los mercados financieros hace tres meses, lo que es una mejora de las condiciones financieras.
Hay síntomas cada vez más firmes de reactivación de la economía mundial, con EE UU a la cabeza, pero con signos inequívocos en las economías asiáticas, incluido Japón. Esta reactivación económica global puede ser el origen de los aumentos de precios en materias primas industriales. Incluso también de los precios del petróleo, si bien su comportamiento puede tener que ver más con coyunturas políticas adversas a la estabilidad de sus precios. Siendo factores exógenos a la economía de la eurozona, como mucho el BCE podría tratar de compensar los que supongan perturbaciones desfavorables, pero, teniendo en cuenta que lo son por el encarecimiento de inputs productivos, bajo el modelo de funcionamiento de la economía europea que tiene el BCE no creo que consideren adecuado compensarlo con su política monetaria.
Por otro lado, las condiciones financieras siguen siendo holgadas para consumidores y empresas en la eurozona, y las últimas encuestas al sector crediticio sobre su disposición a conceder créditos a unos y otros proporcionan resultados alentadores, que no recomiendan nuevas bajadas de tipos de interés.
De manera que uno de los consensos más fáciles para el BCE estará, de nuevo, en el apoyo a la Comisión Europea en su contencioso con el Ecofin a raíz de la suspensión de las sanciones a Francia, Alemania y Portugal derivadas del Pacto de Estabilidad.
El otro, es posible que se refiera a la política monetaria de EE UU, otra de las causas de la apreciación del euro, excesivamente laxa para sus condiciones económicas. Pero, en vísperas de elecciones presidenciales, difícilmente podría coordinarse una acción concertada sobre tipos de interés en dólares y en euros, o sobre el tipo de cambio bilateral, que persiguiera una cotización más favorable para los intereses de la economía europea.