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Escándalos

La mentira se paga

Avalancha de mentiras. Cada día, un nuevo escándalo financiero, empresarial o político pone en entredicho la talla de los líderes. Y todo porque alguien ha faltado a la verdad. Y aquí cabe meter en el mismo saco casos como los de Worldcom, Parmalat, Arthur Andersen o Tyco y de políticos elevados a la categoría de líderes. Así fue reconocido, por ejemplo, el secretario Estado de Estados Unidos Colin Powell, que fue objeto de estudio en escuelas de negocio por su intachable reputación.

Avalancha de mentiras. Cada día, un nuevo escándalo financiero, empresarial o político pone en entredicho la talla de los líderes. Y todo porque alguien ha faltado a la verdad. Y aquí cabe meter en el mismo saco casos como los de Worldcom, Parmalat, Arthur Andersen o Tyco y de políticos elevados a la categoría de líderes. Así fue reconocido, por ejemplo, el secretario Estado de Estados Unidos Colin Powell, que fue objeto de estudio en escuelas de negocio por su intachable reputación.

Ahora, su liderazgo puede estar en entredicho después de haber alentado, junto a otros, una guerra ante la supuesta amenaza de un país en el que aseguraba, y así lo detalló minuciosamente, que había armas de destrucción masiva. La mentira tiene un recorrido corto. Ha pasado un año y la realidad es muy distinta. 'Creo que es preocupante llamar líder a quien no lo es', argumenta el director de la cátedra Javier Benjumea de æpermil;tica Empresarial de la Universidad Pontificia Comillas, José Luis Fernández. Su definición de líder excluye a aquellos 'que arrastran de cualquier forma, manipulando y engañando, a sus seguidores'. No pueden ser un ejemplo a seguir. 'Porque el beneficio que persiguen es el de unos pocos en detrimento de los demás'. Por tanto, según Fernández, líder es aquel que busca, desde la transparencia y siempre con la verdad por delante, el beneficio de todos.

La sinceridad es algo esencial para el director de la consultora de búsqueda de alta dirección Spencer Stuart, Luis Ferrándiz. 'Es mejor decir de esto no puedo hablar que mentir. No merece la pena, porque al final la verdad siempre resplandece', señala Ferrándiz. Y es que todo personaje público debe medir bien sus palabras, puesto que 'cuando te muestras sincero transmites credibilidad y eso da prestigio a la persona y a la organización', matiza. 'Nunca ocultaba mis opiniones ni mis sentimientos', recuerda en su libro de memorias, Hablando claro, Jack Welch, que gestionó durante dos décadas General Electric (GE). Su sinceridad era tal que hasta se sentía incomprendido. 'Algunos no apreciaban mi franqueza, pero al menos siempre conocían cuál era su situación'.

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'Conozco a muchos directivos que nunca han dicho una mentira. César Alierta es uno de ellos', dice Ferrándiz

Y es que cuando se plantean situaciones o problemas con sinceridad, opina el director de Spencer Stuart, Luis Ferrándiz, es mucho más fácil afrontarlos. 'Se puede tener diferencia de criterios, pero si el directivo es sincero, es más fácil colaborar y comprender la situación'. A pesar de todos los escándalos que han puesto en entredicho la gestión y las palabras de muchos directivos, asegura que 'conozco a muchos ejecutivos y empresarios que jamás han lanzado una mentira en su entorno laboral'. Muy prudente porque no quiere ofender a nadie, cita al presidente de Telefónica, César Alierta. 'Es un aragonés de una gran franqueza', afirma Ferrándiz, quien asegura que un líder jamás se puede permitir el lujo de faltar a la verdad. 'Hay algunos que ofrecen una imagen de la compañía que dirigen que no se corresponde con la realidad, pero al final siempre acaba reluciendo la verdad'. Y cuando eso sucede, 'el desprestigio es brutal'.

A medio y largo plazo la verdad siempre resplandece y las consecuencias, dice el catedrático José Luis Fernández, pueden ser dramáticas. 'A primera vista puede ser que no se note, pero a la larga todo se sabe. Y los líderes deben tener trayectoria y ser conocidos por su obras y por su reputación', matiza Fernández.

Sobre por qué mienten los directivos, el director de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD), Enrique Sánchez de León, asegura que 'estamos confundidos si creemos que es únicamente por ambiciones materiales'. Y añade que 'existe un componente tremendamente importante de reconocimiento social y de voluntad de poder'.

Sánchez de León cree que los ejecutivos no mienten, en estos momentos, más que otros colectivos, como los políticos o los famosos de los reality shows. 'Lo que ocurre es que, probablemente, la trascendencia de su mentira, de su falta de transparencia, sea mayor'. Cuando de una recta actuación empresarial, explica este ejecutivo, dependen sueldos y ahorros de muchas personas, incluso puestos de trabajo, el impacto social de la mentira es mucho mayor y trasciende el entorno inmediato.

'No existe ninguna justificación cuando el fin es engañar a otro para conseguir beneficios para unos pocos', explica Fernández. Cuando hay integridad en la política, en la empresa, en la sociedad, añade el catedrático, se nota. 'Hay que dar poco carrete a los que engañan. Nadie se puede dormir en los laureles'.

También lo afirma Sánchez de León, la reputación sólida tarda tiempo en ganarse. Sucede que algunos no pueden esperar.

Ramón Adell, vicepresidente de LA CEDE : 'No es un problema sólo empresarial'

Siempre cree en el largo plazo y en que los frutos se recogen cuando están maduros. Ese planteamiento conlleva actividades honestas y éticas. Lo afirma el vicepresidente de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), Ramón Adell, para quien dentro de esta actitud ética y honesta se incluye la ausencia de mentiras.Agrega que 'vivimos en una sociedad mediática, donde una aparente mentira puede suponer una estrategia para no desvelar información de los objetivos de esa compañía'. En ese sentido, se podría aceptar. Pero otra cosa muy diferente, apostilla Adell, es faltar a la verdad. 'Ahí sí que existe un grave asunto de responsabilidad social'.Tampoco quiere ensañarse con los directivos y hacer de la anécdota una cátedra. 'No es justo que por determinadas actitudes de unos pocos se califique a un colectivo completo. Se mete a todos en el mismo saco y hay gente que se levanta a las siete de la mañana y trabaja de una manera honesta'.Lo que sí cree Adell es que tiene que haber una labor de regeneración, de implicarse más en las conductas éticas y de inculcar a todos los estamentos de la sociedad comportamientos honestos. 'No sólo es un problema que afecta a nivel empresarial, creo que hoy día en la sociedad en la que vivimos se miente con demasiada facilidad. Y eso no es bueno', explica.

Enrique Sánchez de León, director de la APD: 'Se miente más ahora que antes'

El director de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD), Enrique Sánchez de León, opina que puede que los directivos de hoy día mientan más que los de antes. 'Pero también creo que ese incremento de la falsedad o del ocultamiento no es mayor del que se ha producido en otros colectivos'. Las razones son varias. Por una parte, existe una cierta sensación de impunidad, derivada de la dificultad y complejidad para castigar jurídicamente este tipo de conductas y de un cierto relativismo moral propio de nuestro tiempo, que se muestra indulgente con el que ha llegado arriba 'sin causar demasiado daño'.Sánchez de León piensa que en el 'incremento de la mentira influye la importancia creciente del lucro cesante. 'Nada descubro si digo que en los últimos tiempos, las remuneraciones y compensaciones de los directivos han crecido de manera exponencial'. Y añade que, en muchas ocasiones, decir la verdad, ser transparente, supone renunciar a parte de esas compensaciones que no sólo proporcionan bienestar material, sino reconocimiento social.En todo esto puede influir otro hecho derivado del reconocimiento social, y es que la fama y el poder cada vez son más efímeros. 'No se trata de un juego de suma cero; para que entren unos, otros tienen que salir. Y la forma más eficaz de entrar en el círculo quizás ya no es para muchos el esfuerzo a largo plazo, la constancia o el trabajo bien hecho'.

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