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Tribuna
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El minoritario y los documentales de La 2

De un tiempo a esta parte, todas las empresas dicen mimar al pequeño accionista. La sucesión de escándalos empresariales ha provocado una fortísima presión, ejercida tanto por las autoridades como por la opinión pública, a favor de la adopción de medidas de buen gobierno en las compañías, y la protección del accionista minoritario es una de las piezas maestras de la correcta gestión corporativa. Por eso en todos los códigos de buen gobierno se enaltece la figura del consejero independiente (cuyo función primigenia y teórica es la defensa de los intereses de los pequeños accionistas) y con el mismo ahínco se recomienda a las empresas la máxima transparencia informativa (que es la mejor manera de evitar que los minoritarios resulten discriminados). ¿Es sincero todo este entusiasmo por los pequeños accionistas? ¿O es como en esas encuestas sobre televisión en las que todos los consultados aseguran que lo que más les gusta son los documentales de La 2, pese a sus bajos índices de audiencia?

Un estudio elaborado por el IESE, APIE e Inforpress resuelve buena parte de estos interrogantes. En El pequeño accionista en el punto de mira. Nuevas tendencias en comunicación financiera y el impacto de la Responsabilidad Social Corporativa se pone de manifiesto el creciente, pero aún incipiente, interés de las compañías cotizadas por poner en marcha políticas activas de comunicación con los pequeños accionistas. El informe, elaborado a partir de encuestas y entrevistas con altos directivos de algunas de las principales empresas españolas, resalta que, aunque la memoria anual sigue siendo la primera herramienta de comunicación, las compañías están apostando por el desarrollo de las nuevas tecnologías.

La página web y el correo electrónico se han convertido en canales fundamentales, por su rapidez y fácil acceso. Pero todavía queda mucho por hacer. Según la CNMV, el 35% de las empresas en Bolsa todavía no tiene página web, y de entre las que sí la tienen el 75,9% no reserva un lugar específico para informar a sus accionistas sobre las cuestiones que le afectan.

Los esfuerzos de las compañías para mejorar sus relaciones con los pequeños accionistas son loables. Pero la tarea no debe quedar ahí. El estudio recomienda que la implicación vaya más allá y asegure mayor influencia de este colectivo en la marcha de la sociedad, de la que en definitiva (aunque muchas veces no se entienda bien) es propietario parcial.

También es importante garantizar que el trenzado de intereses que componen una empresa (accionistas, empleados, proveedores, clientes...) convivan de forma armónica. En este sentido, el informe propugna la adopción de decisiones de responsabilidad social corporativa, que si bien no tienen un impacto favorable inmediato en la rentabilidad (o al menos no hay evidencia empírica de que así sea) sí pueden favorecerla en el largo plazo.

Todo ese conjunto de acciones es la mejor manera de que las empresas, en verdad, cuiden a sus accionistas, que es tanto como decir que a los españoles no sólo les gusten los documentales de La 2 sino que, además, los vean.

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