Caso omiso al G-7
Los inversores han hecho caso omiso al llamamiento del G-7 para frenar la 'excesiva volatilidad' en las divisas (léase: poner un tope a la acelerada depreciación del dólar, sobre todo frente al euro). El dólar cayó ayer al nivel más bajo en 11 años frente a la libra esterlina y siguió perdiendo posiciones frente al euro. La divisa europea rozó los 1,28 dólares y, aunque más tarde moderó su subida, los analistas se muestran convencidos de que seguirá subiendo.
La resistencia de los inversores a tomar en serio el aviso del G-7 es natural si tenemos en cuenta que los responsables económicos europeos se han apresurado a hacer declaraciones descartando cualquier intervención para frenar el alza del euro.
Para que haya un cambio sustancial en los tipos de cambio, hará falta algo más que una vaga frase admonitoria metida con calzador en un comunicado formal. Algo como que Alan Greenspan, que interviene hoy en el Capitolio, indique que hay señales claras de reactivación en EE UU y que ha llegado el momento de que la Reserva Federal suba los tipos de interés. Eso sí que daría alas al billete verde.