Un amor no correspondido
El potencial latente de las marcas españolas en Japón es enorme, según el autor. Y contra la idea generalizada de que el mercado japonés encierra grandes dificultades, estimula a las empresas a acortar distancias en el ámbito económico
El próximo viernes y sábado se celebra en la Casa Asia de Barcelona el Foro España-Japón. Organizado todos los años conjuntamente, es el séptimo encuentro desde 1997, y su objeto es fomentar la comprensión mutua e intensificar las relaciones entre ambos países desde una perspectiva a largo plazo. El foro agrupa a grandes personalidades de la política, economía, cultura y arte que trabajan para fortalecer las relaciones bilaterales, como la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, y el ex ministro homólogo japonés Taro Nakayama. Aprovechando la cita de este encuentro, quisiera reflexionar sobre las relaciones económicas entre España y Japón.
El actual embajador del Japón en España, Katsuyuki Tanaka, define esta relación como 'un amor de Japón no correspondido por España'. Desde el punto de vista cultural, en el siglo XVI el misionero San Francisco Javier (conocido por todos los japoneses) puso la primera piedra del puente que unió Japón con el mundo occidental. Actualmente, existen en nuestro país cerca de 130 universidades que imparten el español y 400.000 estudiantes cursan este idioma. Asimismo, según la Asociación Nipona de Flamenco, 30.000 japoneses aprenden este baile en más de 300 academias que existen en Japón. Además, cada año visitan España entre 200.000 y 300.000 turistas japoneses. Sólo 2.000 españoles estudian japonés y el número de turistas de España que visitan anualmente nuestro país no supera los 20.000.
Zara, Lladró, Freixenet o Chupa Chups demuestran que los japoneses valoran los productos foráneos que reúnen atractivo y buena calidad
Respecto a la economía, hoy no existen negociaciones pendientes de importancia en las relaciones económicas entre España y Japón. Sin embargo, los intercambios comerciales y las inversiones no son suficientes si tenemos en cuenta el status que tiene cada país en la economía mundial (el PIB de Japón y España ocupan dentro de los países de la OCDE el segundo y octavo puesto, respectivamente).
Según los datos del comercio exterior de Japón en 2002, los intercambios con España son muy escasos: las exportaciones hacia España suponen sólo un 0,6% del total y las importaciones un 0,3%. Por otro lado, las inversiones japonesas se intensificaron a partir de los ochenta, en paralelo con el avance de la unificación del mercado en la UE. Las manufactureras japonesas (automoción, química, etcétera) establecidas en España ascienden a 67. Es, tras Reino Unido, Francia y Alemania, el cuarto país con mayor presencia japonesa de la UE. Las empresas están acometiendo una ampliación de las inversiones debido a los avances tecnológicos en sus productos y muchas de ellas ubican sus centrales europeas o sus fábricas en España. También en este apartado, las inversiones españolas hacia Japón todavía están en un nivel muy bajo.
En este contexto, el Gobierno español lanzó en 2001 un plan global de promoción hacia Japón, el Plan Japón 2004, para el periodo 2001-2004. Es interesante saber que España y Jetro (Organización del Comercio Exterior del Japón) mantendrán una estrecha colaboración en cinco sectores: partes y componentes de automoción, medio ambiente (nuevas energías), innovación y tecnologías (IT) y software, hábitat (muebles y material de construcción) y alimentación (jamón curado).
El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, está avanzando en las reformas estructurales y ha establecido como objetivo incrementar hasta el doble las inversiones dirigidas a Japón en los próximos cinco años, por lo que el abanico de campos en los que las empresas españolas pueden actuar es muy amplio.
El sector económico español considera que el acceso al mercado japonés encierra una gran dificultad, sobre todo si se compara con el actual boom chino. Es cierto que Japón es un mercado especialmente competitivo y los consumidores son muy exigentes. Sin embargo, como demuestran los éxitos conseguidos por empresas como Zara, Lladró, Freixenet o Chupa Chups, el consumidor japonés valora aquellos productos foráneos, independientemente de su nacionalidad, que reúnen atractivo y son de buena calidad además de incorporar una adecuada relación calidad-precio.
Recapacitemos sobre lo siguiente. Las estimaciones del FMI y la OCDE apuntan a que el crecimiento de China este año rondará el 8% y el de Japón, cuyo PIB es cuatro veces mayor (datos de 2001), crecerá el 2%. Por lo tanto, el crecimiento a escala del mercado será similar. Es más, el PIB per cápita de Japón, cuya población supone una décima parte de los habitantes de China, supera casi en cuarenta veces el PIB per cápita chino, siendo la brecha existente en el poder adquisitivo muy grande.
Respecto al entorno empresarial, medido por la efectividad del marco jurídico o la protección de los derechos de propiedad, en Japón se puede trabajar con total confianza, respaldado por su 'calidad institucional' que regula las bases de la economía de mercado (tesis argumentada en el campo de la economía institucional).
La imagen que Japón tiene de España no sólo se limita a sus recursos turísticos más típicos sino también se refleja en el amplio interés que muestra por su historia y su cultura. Considero que el potencial aún latente de las marcas españolas en el mercado japonés es enorme. Por ello, deberíamos acortar la distancia que existe en el ámbito económico y así ver poco a poco cumplido el sueño de que el amor que siente Japón hacia España sea algún día correspondido.