El señor de Sipán
El relato es digno de una novela de suspense. Algunos huaqueros (salteadores de tumbas) trataban de vender en sigilo piezas de oro extraordinarias. La abundancia de éstas en el mercado clandestino de Chiclayo alertó al arqueólogo Walter Alva. Tras un seguimiento policial, se dio con el hallazgo más fabuloso del siglo, una ciudad y un conjunto de tumbas pertenecientes a la cultura moche o mochica, que se desarrolló por la zona norte de Perú entre los años 200 y 600 de nuestra era; es decir, mil años antes de que hicieran su aparición los incas, cuya civilización (con iconos tan célebres como las ruinas de Machu Picchu) ha dejado en la sombra a otras culturas más antiguas e incluso más ricas, como la cultura chavín, esta cultura moche o las cercanas de sicán y chimú. El imperio inca, formidable máquina de guerra, las arrasó antes de que llegaran los conquistadores españoles.
Lo primero que Walter Alva encontró, en 1987, fue la tumba de un jerarca al que llamaron señor de Sipán ya que Sipán es el pueblecito donde se encontraban las huacas o pirámides de tierra excavadas. En 1989, encontraron otro enterramiento de un dran sacerdote, al año siguiente el de otro mandatario al que llamaron antiguo señor de Sipán. Así hasta once tumbas, por el momento, las dos últimas pertenecientes a un ayudante de chamán y a un guerrero. Walter Alva fue impulsor de un espléndido museo, de líneas vanguardistas en el territorio de Lambayeque, a unos 12 kilómetros de la capital regional, Chiclayo, ciudad antigua fundada por los españoles, pero de aspecto moderno y castigada por el fenómeno atmosférico El Niño entre 1997 y 1998.
Emociona visitar el museo de las Tumbas Reales. Dentro de aquella construcción con aristas de pirámides y rampas, una penumbra casi religiosa ceba el asombro ante la cantidad y delicadeza de piezas de oro allí exhibidas rescatadas de los enterramientos. Se pueden ver coronas en forma de hacha o puñal (tumi ceremonial, que alude a la deidad suprema, Ai-Apaec, el Gran Decapitador), bigoteras, narigueras, orejeras. También cuenta con espléndida cerámica, piezas (huacos) que reproducen los gestos de una sociedad a la vez sofisticada y sanguinaria, que no conocía la escritura, pero que ha logrado que la lengua moche se sobreviva en algunas aldeas.
En el museo se han recreado las tumbas tal como se encontraron. El señor de Sipán, forrado de oro, estaba acompañado por dos mujeres, una a su cabeza y otra a sus pies. A los costados había sendos edecanes (¿militar y civil?) y su perro. Todos fueron sacrificados en los ritos funerarios para acompañar a su soberano y posiblemente murieron envenenados. El grupo fue cubierto con un techo de varas y capas de adobe sobre las que había otro guardián sin pies. Se colmató el hoyo con tierra y en una hornacina había otro vigilante también con los pies cortados para no abandonar su puesto en la eternidad.
En esta misma población de Lambayeque hay otro museo más antiguo, el Brüning, construido en 1966 para alojar las colecciones reunidas a lo largo de casi medio siglo por el peruanista Enrique Brüning, y pertenecientes a culturas de la zona. En dirección opuesta, a unos 30 kilómetros de Chiclayo, está el pueblo de Sipán, donde se puede ver el lugar de las tumbas y una reconstrucción de su contenido. Los aguaceros de El Niño descarnaron lo que parecían dos montes, dejando ver que se trataba en realidad de dos gigantescas pirámides de adobe. Hay otras veinte en el área sin excavar, cubiertas por bosquetes de algarrobos y casas campesinas. Otro lugar inexcusable es el museo de Sicán (en Ferriñafe, a 20 kilómetros de Chiclayo). Algo más apartadas están las pirámides de Túcume, un lugar con algo de mágico, donde más de veinte pirámides-montañas de adobe, roídas por el viento y por las lluvias, aguardan a que los arqueólogos acaben de destripar sus secretos.
A unos 12 kilómetros de la capital regional, Chiclayo, se encuentra el museo de las Tumbas Reales del Señor de Sipán, que cuenta con gran cantidad de piezas de oro
Guía para el viajero
Cómo irIberia (902 400 500) ofrece un vuelo diario de Madrid a Lima. Se pueden obtener billetes en Internet a través de www.iberia.com a partir de 749 euros ida y vuelta, o en agencias. Desde Lima, varias compañías (LanPerú, Aerocontinente) tienen vuelos domésticos a Chiclayo. El Corte Inglés (www.viajeselcorteingles.es y agencias) ofrece dos paquetes que incluyen esta zona, Perú arqueológico, de 14 días, a partir de 2.797,50 euros, y Aventura peruana en 4 x 4, de9 días, por 1.880 euros.DormirGran Hotel Chiclayo (Avenida Federico Villarreal, 115. Teléfono: 51 74 234 911. y correo electrónico en: reservas@granhotelchiclayo.com.pe. Es un cuatro estrellas en pleno corazón de la capital regional. Amplio y funcional.ComerFiesta Restaurant Gourmet en la avenidada Salaverry, 1820. Teléfono 054 201 970. Es el sitio más recomendable en Chiclayo para probar la comida regional. Tienen especialidades como el arroz verde (con pato y cilantro), la sangrecita (morcilla desestructurada), el chirimpico, el ceviche o la tortilla de raya no son fáciles de encontrar en otros sitios. En el recinto del museo de las Tumbas Reales, en el Pueblo Mochica, se vende, además de artesanía, comida típica (como tamales) o bebida (chicha).