Nuevos aires de Kirchner
La visita a España de Néstor Kirchner, a pesar de su cambio de actitud con respecto a la de julio, no se debe interpretar como el retorno de un hijo pródigo. Se equivoca quien así lo haga, porque la relación entre Argentina y España está obligada a superar cualquier sombra de paternalismo. æpermil;sta es la razón por la que ambos países están en el derecho de exigirse recíprocamente un elevado nivel de madurez en las relaciones políticas y, sobre todo, en las económicas.
Las empresas españolas han dado muestras claras, con inversiones cuantiosas, de una apuesta por Argentina renovada y ampliada ahora. Y también han asumido responsabilidades en sectores de servicios que, no nos engañemos, estaban bajo mínimos. Tienen derecho a exigir seguridad jurídica y que se despejen ineficiencias legales e incertidumbres. Y su deber es crear riqueza, empleo y bienestar en el país.
La obligación de las autoridades argentinas es establecer un marco que anime a las compañías a reforzar su confianza en el país. No hay duda de que este viaje ha servido al objetivo del presidente Kirchner: regresar con anuncios de inversiones bajo el brazo. Pero a nadie se le oculta que quedan cuestiones importantes por resolver. Es probable que la recuperación económica ayude a que cada uno sepa cumplir con su parte.