La prudencia es sinónimo de alza
Los profesionales del mercado se afanan en recabar opiniones sobre el futuro que viene. Bolas de cristal que algunos dicen poseer y análisis mágico de los posos del café coinciden en el tiempo con sesudos estudios sobre la realidad del momento económico y las expectativas de futuro. En este tramo primero de 2004 hay inquietud y agitación.
En las próximas semanas abundarán las referencias al comportamiento de los mercados en años bisiestos y muchos confiarán sus posiciones, con ceguera absoluta, a esta circunstancia maquillada por las estadísticas. Otros preferirán jugarse sus inversiones a los dardos y algunos recurrirán a la estrategia del mono sabio, que con frecuencia acierta más en sus pronósticos que los analistas mejor preparados.
Hay en este momento interesante mucha prudencia en los informes de las principales gestoras de fondos del mundo. La compilación de lo publicado en las tres últimas semanas resalta el esfuerzo de los expertos a la hora de llamar a la prudencia. Cuentan algunos que después de un 2003 excepcional en términos de rentabilidad ha amanecido otro marcado por la volatilidad.
La historia es, no obstante, caprichosa y, como en otros tantos asuntos, la Bolsa de hoy es ya historia que no marca el mañana. Los ciclos tienen vida propia y unos y otros no pueden ser comparados pese al empeño de muchos. Cada ciclo tiene su vida, entorno y condicionantes.
El canto a la prudencia que se escucha desde hace algunas semanas en los diferentes templos bursátiles resulta reconfortante para los analistas y observadores más fríos, porque consideran que es el mejor punto de partida. Lo mismo que el miedo guarda la viña, la prudencia evita situaciones inesperadas en términos de volatilidad, alzas o pánicos. La prudencia evita, entre otras cosas, los contagios.
Coincide en el tiempo este estado de ánimo con una situación de desconcierto del inversor final que ha optado por los fondos garantizados como fórmula de introducirse en los mercados sin haber leído la letra pequeña. Ello ha permitido que las grandes instituciones y los gestores especializados en derivados hayan vuelto a asumir el papel del protagonista en el teatro de las Bolsas.
El dominio de la actividad a través de derivados explica el mantenimiento de la tendencia alcista de los índices sin inmutarse, oídos sordos a las críticas de quienes consideran que han ido muy lejos. La apuesta se mantiene, salvo que el crecimiento económico decepcione en próximos trimestres. Además, la riada de resultados de los últimos días está marcada por el optimismo.