Sin sillones en Europa
El anuncio del presidente del Gobierno, José María Aznar, de que no aspira a seguir su carrera política en la Unión Europea coincide con la pérdida de puestos relevantes para España en las instituciones comunitarias. Los ministros de Economía de la Unión -el Ecofin- iniciaban esta misma semana los trámites para sustituir a Eugenio Domingo Solans, el miembro español del comité ejecutivo del Banco Central Europeo, cuyo mandato expira la próxima primavera. El año pasado también vio cómo otro español, Gil Carlos Rodríguez Iglesias, abandonaba la presidencia del Tribunal de Justicia de la UE. Lo hizo con la misma discreción con la que durante nueve años ejerció uno de los cargos más poderosos de Europa. Y la poda seguirá este otoño. España, como el resto de los países grandes de la UE, renunciará a uno de sus comisarios europeos. Javier Solana se perfila como el último testigo de una generación que desde el ingreso de España, en 1986, ha sabido asumir las más altas responsabilidades en la Unión. Algunas figuras, como Rodrigo Rato o Jaime Caruana, se han labrado una reputación digna de tomar el relevo en puestos de peso en Europa. Pero la tensa relación de Madrid con las principales capitales -Berlín y París- no hará fácil que las candidaturas españolas se impongan en la cúpula de la UE. La competencia, además, será mucho más fiera cuando el 1 de mayo ingresen en la Unión otros 10 países.