Perdona a tu pueblo, Señor
Anda el presidente del Gobierno sin parar, despidiéndose de todos. Del amigo americano Bush, del polaco, del portugués Durao Barroso, del colega Berlusconi, de los concejales, de los empresarios, de las inauguraciones de traviesas del AVE que con tanto mimo iba poniendo una por una. A todo lo que hace desde hace meses le imprime un tono creciente de 'por última vez'. Además, lo impregna de una actitud nietzscheana -bien explicada por Juan Antonio Rivera en su deslumbrante volumen de obligada y urgente lectura Lo que Sócrates diría a Woody Allen (Espasa Calpe, Madrid. 2003)- que consiste en 'transformar todo fue en un así lo quise'.
Es como si, para el caso que nos ocupa, Aznar al dar un rotundo sí a un instante de su vida -un instante especial, en el que alcanzó una especie de pleamar o cúspide de satisfacción, el de la mayoría absoluta de esta legislatura, por ejemplo- tuviera que decir igualmente sí a todos los instantes previos, a la totalidad de su trayectoria vital y de su ejecutoria en La Moncloa y en Génova y en Logroño y en el Colegio del Pilar.
Y eso, porque la estructura en árbol de la existencia hace que cada instante dependa de toda la senda que a él nos condujo, de modo que, al dar por bueno o muy bueno un momento determinado, hay que dar tácitamente por buena toda la secuencia completa de momentos previos que condujo al que sirve de referencia.
Tras la salida de Cascos, nada será igual. Ahora falta saber cuántos y quiénes se sentirán retirados por el equipo Rajoy
Llegados aquí, algunos piensan que se impone corresponder a tantas deferencias presidenciales y quieren preparar a su vez una despedida al presidente. Por eso, suena insistente el tam-tam a propósito de la convocatoria de una manifestación penitencial a celebrar ante La Moncloa para seguir con este largo adiós. Piensan los organizadores que, si la junta directiva nacional del PP le cantó emocionada, cuando su última reunión, aquello de adiós con el corazón, que con el alma no puedo, ahora que caminamos hacia las solemnidades litúrgicas de Semana Santa sería el momento de recuperar los cantos penitenciales. Por eso, proponen que la primera pancarta la lleven las gentes de Nunca mais y aquellas otras bien conocidas que pronunciaron el nombre de Aznar en vano. Su lema sería el de Perdona a tu pueblo, Señor. Detrás vendría una segunda reclamando lo de No estés eternamente enojado que sostendrían los portavoces de los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados y los periodistas supervivientes extramuros de los Presupuestos oficiales y asimilados.
Dicen los versos de Calderón, cuando escribe a propósito de la milicia entendida como religión de hombres honrados, que 'aquí la principal hazaña es obedecer', pero en política la intuición más fina es la que lleva a cada uno a mantener la iniciativa propia y acierta a despedirse antes de ser despedido.
Por ahí debe entenderse el anuncio del miércoles en Oviedo del ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, según el cual, en presencia de su última novia y de sus primeros hijos, renunciaba a presentarse a las elecciones generales del 14 de marzo y se retiraba de la política activa mientras pedía respeto a su vida privada.
A partir de ese momento, la divisoria de las aguas, por emplear la terminología de Clausewitz, dejaba en claro las diferentes interpretaciones de dos escuelas de pensamiento: la ansoniana de no hacer leña del árbol caído, empeñada en las pompas fúnebres, y la que prefiere hacer balance de la trayectoria pública del personaje. Un personaje controvertido por su actitud en el asunto Prestige, por su beligerancia en lo referente a las plataformas digitales, por sus originalidades en lo referente a los descodificadores, por sus ideas en torno al fútbol de interés nacional, por sus desmentidas pretensiones respecto al AVE Madrid-Barcelona, por su interpretación singular del incremento del precio de la vivienda o por las adquisiciones que el Ministerio de Fomento ha hecho de obras de arte en la galería Marlborough donde trabaja su última novia, que acaba de presentar en sociedad, María de la Hoz Porto.
Tras la salida de Cascos, nada será igual. Ahora falta saber cuántos y quiénes seguirán la línea de retirada o se sentirán retirados por el nuevo equipo de Rajoy. Atentos.