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El pulso exterior

La opción bilateral

La urgencia de Estados Unidos por conseguir el compromiso formal de la reciente Cumbre de las Américas para constituir una zona de libre comercio en el continente -el famoso ALCA- a partir del año 2005 no es sino una de las primeras consecuencias del fracaso de la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Cancún. Una decepción anunciada que ha obligado al bloque de los países industrializados a reconducir por la vía bilateral sus estrategias de liberalización del comercio internacional, en detrimento de la opción multilateral que, si no desechada, si queda ahora postergada.

Estados Unidos, que siempre ha sido más proclive a los pactos regionales que al acuerdo multilateral, ya expresó abiertamente su intención de acelerar el ALCA nada más finalizar la reunión de Cancún, y anunció, además, el inicio de negociaciones comerciales con Australia y Marruecos.

Pero también la Unión Europea ha empezado a asumir que el fiasco de la cumbre de la OMC y el bloqueo consiguiente a la Ronda de Doha impide cumplir los acuerdos para la supresión de las barreras comerciales a partir del año próximo y ha optado por acelerar las negociaciones bilaterales pendientes.

Sin renunciar al objetivo de sacar adelante la llamada Ronda del Desarrollo, los Gobiernos de la Unión Europea y los técnicos de Bruselas han dado un giro radical a su esquema de prioridades para cerrar, en el plazo más breve posible, el acuerdo de libre comercio con el Mercosur, además de formalizar, en el transcurso de los próximos dos años, acuerdos similares con la Asean, Rusia, los países andinos, América Central y Caribe, y los países euromediterráneos no integrados en la UE.

El nuevo calendario que manejan los responsables de Bruselas pospone el cierre de los acuerdos pendientes en Doha hasta, al menos, el final de 2006.

Razones hay suficientes para ello. Las posturas encontradas sobre la liberalización agrícola y en materia de competencia, inversiones y concursos públicos con los países en vías de desarrollo exigen un complejo y extenso periodo de negociaciones que, en una primera fase, deberá centrarse más en restañar las heridas abiertas que en la consecución de avances concretos que aseguren el éxito de una próxima conferencia ministerial.

Las elecciones presidenciales en EE UU, previstas para noviembre de este año, son otro factor que obligará a retrasar la negociación multilateral en el seno de la OMC, dado que la nueva Administración norteamericana no tomará posesión hasta entrado 2005.

En definitiva se trata de evitar que la precipitación vuelva a traducirse en desencanto, evitar los errores del pasado y, sobre todo, consolidar por la vía de los pactos regionales una liberalización de los intercambios comerciales a escala internacional que, posteriormente, permita ensamblar la filosofía de los pactos regionales en un acuerdo multilateral, tardío pero firme. Todo ello, eso sí, vinculando la inevitable supresión de las barreras comerciales al desarrollo social de los países más pobres del planeta.

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