Sentido práctico en Rusticae
Trabajan frente a frente, codo con codo, en el mismo despacho. Así lo hacen desde que fundaron hace ocho años Rusticae, una empresa que aglutina pequeños hoteles con carácter. Isabel Llorens y Carlota Mateos prefieren trabajar juntas a cambio de renunciar a una parte de su intimidad. Reconocen que, a pesar de que la convivencia siempre es difícil, por encima del trabajo y del negocio está la amistad. 'Para nosotras es un aliciente tenernos la una a la otra y cuidamos mucho la relación personal', explica Mateos, de 28 años, que califica la relación con su socia de inmejorable. Aseguran que su compenetración es tal que tienen idéntica visión de cómo deben ser las cosas. A ella le guía el sentido de la responsabilidad y la meticulosidad. Llorens, además de todo eso, es una todoterreno, capaz de asumir toda la carga de trabajo.
Y siguiendo su intuición, no le hicieron caso al arquitecto que planteó el diseño de la nueva sede de Rusticae, ubicada desde el año pasado en el municipio de Torrelodones (Madrid), y que les sugirió disponer de dos despachos. Ni se lo pensaron. Las dos lo rechazaron al instante. 'Nos retroalimentamos y eso repercute en el trabajo, que se basa fundamentalmente en decisiones consensuadas en equipo', explica Llorens, que asegura que su gran aportación al dúo es el optimismo, la serenidad y la creatividad. Pero no todo ha sido un camino de rosas. Han tenido roces y muchas preocupaciones por sacar la empresa adelante. Llorens y Mateos se hicieron amigas en Inglaterra. Cuando llegaron a España se hicieron cargo del hotel Aultre Naray en Asturias, propiedad por entonces de los padres de Carlota. Y ahí, entre los verdes prados asturianos, comenzó a fraguarse la idea de montar una empresa de servicios como Rusticae. No ha sido fácil sacarla adelante. Lo cuenta Mateos: 'La empresa internamente ha costado mucho porque éramos nosotras y 3.000 euros que pusimos para crear la sociedad. La marca ha calado, a pesar de que la empresa va a un paso inferior que la repercusión que ha tenido Rusticae', afirma Mateos. El espacio, de tipo loft, en el que trabajan tiene amplios ventanales. Necesitan la luz y el silencio. De la decoración se han ocupado personalmente. Y ha primado, por encima de la estética, el presupuesto del que disponían, 'más bien escaso', y el sentido práctico que siempre las ha acompañado. No han descuidado detalle para darle un aire de modernidad a la oficina, donde priman los colores grises, negros y platas.
El suelo es de hormigón pulido, menos el de su despacho, que es de piedra. Su deseo era poner moqueta de color rojo, pero el coste se disparaba y optaron por otro material. Seguían encaprichadas de poner un tono rojo en alguna pieza y decidieron que en el sofá. Pero encontraron un modelo, que estaba de liquidación, en color gris. Y como esa tonalidad no desentonaba, no se lo pensaron dos veces. Cuando se recuperen económicamente, tienen intención de cambiar las mesas de madera por unas de línea más moderna, de acero.
'Hemos puesto orden en el desbarajuste que había en el turismo rural. Ahora somos un referente'
No le tienen apego a ningún objeto del despacho, pero, si tienen que elegir algo, se quedan con una colección de cuatro cuadros étnicos que les regalaron sus empleadas y que tienen repartidos por la oficina. Tampoco tienen fotografías de sus familias ni de sus hijos alrededor. 'Nos gusta separar la vida familiar de la laboral, y eso que, cuando llegamos a casa, también trabajamos. Cuando eres empresaria y tu trabajo tiene que ver con el ocio, nunca desconectas'. No saben calcular las horas que trabajan, pero afirman que más de ocho horas al día.
Si de algo se sienten orgullosas estas dos empresarias, además de haber puesto en marcha la empresa, es de las guías de los hoteles con carácter que editan cada año. Se involucran en el diseño, en la selección de fotografías y hasta en la gama de colores. Es su tarjeta de presentación. Creen que la clave de su éxito está en lo selectivas y lo exquisitas que son a la hora de incorporar hoteles al repertorio de Rusticae. 'Ante el desbarajuste que había en cuanto a turismo rural, hemos puesto orden. Todos estábamos en el mismo saco. El cliente no tenía un punto de referencia y hemos conseguido ser un referente en los hoteles con carácter'. Prevén cerrar el año con 740.000 euros de ingresos.
Una mesa que siempre les acompaña
No se desprenden de ella. Una mesa de comedor, de madera en color roble y negro, y un juego de media docena de sillas acompaña a estas dos empresarias desde que comenzaron la aventura de Rusticae. 'Le tenemos mucho cariño y, aunque no nos cabe en el despacho, hemos querido incorporarla al mobiliario'. La utilizan como mesa de reuniones. Es el único capricho. Las dos confiesan no ser fetichistas y no tener manías. El orden es su punto débil. 'No somos muy ordenadas, somos, sobre todo, prácticas'.A pesar de ello, sus mesas de trabajo el día de la entrevista están ordenadas. Todos los papeles en su sitio. Y el ordenador siempre está encendido. Sueñan, cuando puedan permitírselo económicamente, con unas buenas computadoras de pantalla plana. 'Nuestro trabajo no consiste en estar de cara al público, aunque la empresa sí es de servicio y los ofrece, pero lo nuestro es mucho más técnico y estamos siempre conectadas al ordenador'.Mateos es aficionada al cine, a la música, a estar con la familia y los amigos y a practicar yoga. A Llorens, además de todo esto, le gusta el flamenco y la natación.