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Lealtad, 1

Hacer política con el billete verde

No son pocos los analistas de divisas que esgrimen como argumento a la hora de explicar por qué razón el dólar baja tanto el hecho de que 2004 sea un año electoral. En Estados Unidos, claro está. Las elecciones no llegan hasta noviembre, pero George Bush no quiere tropezar en la misma piedra que su padre. El primer Bush encabezó una coalición de decenas de países -árabes incluidos- para expulsar a Sadam de Kuwait. Pero no ganó las elecciones.

'Es la economía, estúpido', ése fue el eslogan de la campaña de Clinton que, en la recesión de 1992, logró desalojar al victorioso Bush padre de la casa blanca. Doce años después la historia se repite. Un Bush en la Casa Blanca, una guerra en Irak y una economía en crisis.

Primero Bush tuvo la suerte de que Alan Greenspan practicase la bajada de tipos más agresiva que se recuerda, hasta dejarlos en el mínimo de hace cuatro décadas y media. Se acusó, en su día, a Greenspan de propiciar la victoria de Clinton a través de una política monetaria excesivamente dura. Esta vez las cosas han cambiado y, sea por presiones políticas o por temor a la deflación, a la Reserva Federal no le ha temblado la mano.

Después vino la segunda oleada de estímulo. Esta vez desde el lado fiscal. Las rebajas de Bush han provocado un déficit presupuestario excesivo incluso para los laxos cánones con los que se juzga al Tesoro.

Entre unas cosas y otras, la economía estadounidense presentó un crecimiento del 8,2% en el último trimestre, un crecimiento que ha apuntalado el optimismo bursátil. A pesar de que la creación de empleo todavía deja mucho que desear.

Por eso ahora se ha puesto en marcha el tercer estímulo, es decir, la permisividad con los descensos del dólar. La depreciación de la moneda servirá de acicate a los exportadores estadounidenses y es conveniente para la economía del país. Con ello Bush espera salir de la crisis o, cuando menos, mantener la situación de impasse hasta que se celebren las elecciones. Y después ya veremos.

Así, algunos comentaristas se quejan de que Europa sufrirá en sus carnes el electoralismo de Bush. Pero la economía no es un juego de suma cero. Lo que gana uno no lo deja de ganar otro. Europa necesita un estímulo externo, y si la política de dólar débil funciona, será un escenario preferible a un estancamiento de EE UU con un dólar fuerte.

Puede que el mercado vaya, o haya ido ya, demasiado lejos. Pero la depreciación del dólar es una parte del reajuste de los excesos de la segunda mitad de los años noventa, y muchos economistas consideran que es necesaria. Aunque Bush la use con otros fines.

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