Consumistas precoces
Los especialistas aconsejan educar cuanto antes a los niños, consumidores voraces, en el buen uso del dinero
Qué es tu padre para ti? 'Una tarjeta de crédito'. Es la respuesta de una niña de 11 años a una psicóloga que se interesaba por sus relaciones familiares. Padres que pasan poco tiempo en casa pero son un surtidor inagotable de caprichos infantiles. '¡Compra papá!'... y el papá saca de inmediato el plástico de la cartera. La situación, familiar para muchos, es un síntoma de lo que los expertos denominan neurosis infantil del consumo. 'Los niños acostumbran a acompañar a sus padres a hacer compras y ven constantemente situaciones de compra compulsiva, sin límite. Como los adultos, consideran el consumo una forma muy fácil de conseguir una felicidad inmediata y reproducen su comportamiento, pero no es una felicidad que perdure', asegura María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación, y experta en desarrollo moral de la Universidad Complutense de Madrid.
Así, casi desde que aprenden a hablar las compras forman parte de su vida, y muchas veces las asocian con una muestra de afecto. Más me compran, más me quieren. 'La mayoría de los niños desconoce la sensación de demorar el deseo. Siempre están saciados, lo que puede crear dificultades en su desarrollo', afirma Díaz-Aguado. Una apreciación con la que coinciden muchos especialistas. Carmen Maganto Mateo, del Departamento de Clínica de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, asegura que 'la obtención inmediata de lo que se desea hace que los niños ya no sepan ni lo que quieren' y, desde luego, que 'no valoren lo que tienen'.
'Es importantísimo aprender a retrasar las gratificaciones, a mantener la ilusión y a conseguir las cosas con cierto esfuerzo, lo contrario puede llevar a una pasividad crónica de la que hoy son ejemplo muchos adolescentes', advierte Díaz-Aguado.
En este contexto, la mayoría de los especialistas son partidarios de fomentar el aprendizaje del buen uso del dinero y de educar en 'una conciencia justa de la economía', de la que formarían parte valores como la solidaridad, la justicia o la autonomía. Pero, ¿cómo empezar? El ejemplo de los padres es, desde luego, el mejor método. En lo que los expertos no se ponen de acuerdo es en la conveniencia de dar a los hijos una paga semanal o mensual para inculcarles hábitos financieros y de administración patrimonial.
María Victoria del Barrio, del Departamento de Psicología Evolutiva de la UNED, opina que 'no hay que dar un sueldo a quien no trabaja' y critica que 'la excesiva promoción de la autonomía genera desvinculación. Si los niños administran su propio dinero, los padres saben cada vez menos de sus vidas'. Comparte esta opinión Josefina Aldecoa, directora del colegio Estilo y experta pedagoga. 'Hay que cubrir las necesidades de los niños, pero no darles un sueldo. Las demandas de los críos se deben sopesar en cada momento y atenderlas sólo si son razonables'.
Quienes defienden la paga semanal hacen mucho hincapié en que ésta sólo es educativa si no es excesiva y se interpreta como un límite de gasto. 'Puede ser una buena herramienta para un aprendizaje sencillo sobre el uso del dinero y sobre el consumo siempre que se inserte en la educación de otros valores', asegura Díaz-Aguado.
Los niños asocian las compras con el afecto. Me compran, me quieren
Recetas para inocentes
En esta vida casi nada es gratis, lo que tenemos depende de nuestro esfuerzo, el ahorro es la mejor forma de multiplicar recursos y ganar tranquilidad para el futuro, es necesario mantener un control adecuado del gasto, y las deudas al mínimo. Reglas sencillas que no está de más explicar a sus hijos. Pero, además, conviene que sepan que no hay que hacer ostentación ni utilizar el dinero como objeto de poder. En ese sentido, la paga que les dé debería estar en relación con la de sus amigos. También se recomienda que les anime a marcarse objetivos y a que se esfuercen por conseguirlos.