El riesgo de ser la capital europea

La masiva presencia en Bruselas de instituciones comunitarias (Comisión y Parlamento Europeos), organismos internacionales (OTAN) y empresas multinacionales había pasado hasta ahora felizmente inadvertida a los grupos terroristas de todo el planeta. La Unión Europea, como institución, tampoco había sido hasta ahora objetivo de reivindicaciones armadas o ataques violentos. Pero tras el paso de Italia por la presidencia de la Unión, durante el segundo semestre de 2003, parece haber cambiado, siquiera temporalmente, esta tendencia. El semestre presidencial de la UE de Silvio Berlusconi acabó con una oleada de cartas explosivas destinadas al presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, al Banco Central Europeo y a Europol (órgano de coordinación policial).

Aunque esto no quiera decir nada, todas las cartas procedían de la ciudad italiana de Bolonia y la última remesa ha hecho explosión esta misma semana en los despachos de dos eurodiputados populares en Bruselas (un alemán y un español). Prodi dijo ayer que la apertura del paquete incendiario 'no fue una experiencia agradable', pero confía en que se trate de un sarampión temporal sin mayor gravedad. Las instituciones comunitarias, por si acaso, han extremado su vigilancia. Los ataques quizá no amedrenten a los políticos comunitarios, pero, por desgracia, han servido para colocar a Bruselas en las coordenadas más peligrosas del planeta.