Mirando al mar
Génova es una gran desconocida. Por culpa tal vez de otras ciudades italianas, antojo de turistas, que le sisan clientela. Lo cual no quita que Génova esté repleta de arte hasta los topes, como una vieja almoneda. Para enderezar este entuerto, los muñidores de la capitalidad cultural europea -título que este año comparte con la francesa Lille- han dividido el programa oficial en tres partes que rescatan las mejores facetas de la ciudad: Génova, ciudad de arte, Génova, capital del mar y Génova, ciudad contemporánea.
A este último epígrafe corresponde la fiesta de arranque, en el Puerto Antiguo en Nochevieja, con el exultante barco-escenario pilotado por La Fura dels Baus, así como conciertos solidarios y cosas por el estilo, a lo largo del año. En el apartado Ciudad de arte entran algunas de las grandes exposiciones programadas para este 2004, la temporada lírica del Teatro Carlo Felice, la inauguración de dos nuevos museos y un concurso internacional de violín a la salud de Paganini, paisano ilustre. Las exposiciones, además, tendrán la virtud de realzar el valor del continente, tan precioso o más que el contenido. Así, se va a crear un polo museale antico que será un sistema integrado de calle-museo, con arterias importantes, como Vía Garibaldi, en las cuales se han restaurado algunos de los secretos y bellísimos palacios genoveses (el Rosso, el Bianco, el Tursi, aparte del Palacio Real o el Palacio Spínola).
Entre las muestras más llamativas está La edad de Rubens, que permitirá de paso saborear los apartamentos del Dogo y el Palacio Ducal. En las fortificaciones que rodean a la Lanterna (faro-símbolo de Génova) se abrirá el nuevo Museo de Génova. Al margen de reclamos, no hay que olvidar que la capital ligur, pese a su apariencia un poco hosca (por la falta de espacio, con edificios y autovías encajonados entre el mar y la montaña) está repleta de iglesias tan antiguas como San Donato, San Agostino o Santo Stéfano (siglos XII-XIII), por no hablar de la catedral de San Lorenzo, las iglesias barrocas, las murallas y puertas.
Pero lo que hizo grande a Génova fue el mar. En el siglo XIII, la República genovesa ostentaba la supremacía comercial en el Mediterráneo oriental y, en los siglos XIV a XVI, la actividad bancaria siguió engordando las arcas de la República. Que Colón fuera genovés es algo que allí no se discute, hasta enseñan su casa y recuerdan que varios marinos ligures le acompañaron y dieron nombre a lugares del Nuevo Mundo. Génova sigue siendo el primer puerto del país, y al peso de astilleros o refinerías hay que sumar el de los cruceros turísticos. Con Génova capital del mar se quiere poner de relieve esta afinidad de la ciudad con la búsqueda y la aventura, además de la técnica y la industria.
Así, al margen de festejos más episódicos (como el Maratón del Mar, en febrero), el Puerto Antiguo, ya transfigurado con motivo del 92, verá reforzado su atractivo con la creación de los nuevos Museos del Mar y de la Navegación (proyecto ganado en concurso del español Guillermo Vázquez Consuegra), o el museo dedicado al mar y la aventura en el Castillo d'Albertis. En el Acuario del 92 (el segundo más grande de Europa) tendrán lugar varios acontecimientos, entre otros una exposición dedicada a los grandes cetáceos y peces pelágicos (Transatlánticos de la Naturaleza). A estas manifestaciones se sumarán otras como un Festival de la Ciencia (octubre-noviembre) o Ciudad del saber-hacer (abril-julio).
Buena parte del ambiente lúdico ha retornado al Puerto Antiguo y a las carpas y espacios abiertos se han ido sumando almacenes y hangares convertidos en cines, tiendas y, ahora, los nuevos museos. Pero también el casco viejo (abrochado al puerto antiguo por esa increíble joya del trecento que es el palacio San Giorgio) conserva un ambiente peculiar, con sus mercadillos al aire libre, callejones donde convive la ropa tendida con exquisitas tiendas de arte y antigüedades o restaurantes sibaritas. También la parte más moderna tiene encanto innegable, con galerías cubiertas y elegantes edificios. Este reinado cultural por un año puede ser una bonita excusa para, al menos esta vez, no pasar de largo.
Entre las muestras de este año cultural está 'La edad de Rubens', que permitirá saborear los apartamentos del Dogo y el Palacio Ducal
Guía para el viajero
Cómo irAlitalia (902 100 323) ofrece vuelos diarios desde Madrid a Génova vía Milán o vía Roma; el precio del billete ida/vuelta es a partir de 325 euros más tasas (compra con 14 días de antelación) o 379 euros más tasas (comprando una semana antes).DormirLocanda di Palazzo Cicala (Piazza S. Lorenzo, 16, +39 010 2518824, palazzocicala@mentelocale.it), este tres estrellas ocupa la planta noble de uno de los palacios históricos del centro de Génova, frente a la catedral y a dos pasos del Palacio Ducal. Restaurado con ciertos guiños de diseño moderno, este edificio del cinquecento es lo que se dice un hotel con encanto.ComerHotel Bristol Palace (Via XX Settembre, 35, +39 010 592541, info@hotelbristolpalace.com), con la categoría máxima (cuatro estrellas), este palacio del siglo XIX es uno de los establecimientos más céntricos y con solera de Génova.Hotel Savoia Majestic (Via Arsenale di terra, 1, +39 010 261641, info@hotelsavoiagenova.it), alojado en un edificio de corte clasicista, aunque moderno, resulta cómodo y funcional. Cuenta con un restaurante muy apreciado, Novecento, donde se practica una cocina regional de altura.Zeffirino Restaurant (Via XX Settembre, 20, +39 010 591990, info@ristoranteszeffirino.com), situado frente a Santo Stefano, este local es toda una institución. Por allí han pasado celebridades del cine o la política, y en sus salones se ofrece una cocina que continúa la escuela francesa de Escoffier, no sin ciertos guiños de modernismo. Es el sitio ideal para probar la mejor cocina ligur.