La función navideña de la pesca
Bocadillos, cervezas, refrescos, café, tabaco... Los ministros de Pesca de la Unión Europea se avituallan en estas fechas para representar en Bruselas la maratoniana y, supuestamente trascendental, negociación de las cuotas pesqueras de cada país. Los protagonistas, la trama y el desenlace al alba se repiten también todos los años. El comisario europeo de Pesca, Franz Fischler, interpreta el papel de ecologista preocupado por la gravísima situación de los caladeros. Austriaco de nacionalidad, puede permitirse exigir drásticos recortes en las captura de la cigala o de la merluza sin que nadie se inmute en su país. A cambio, el comisario les sirve en bandeja a los ministros con responsabilidad en la política de Pesca la posibilidad de mantener en vilo al sector para después presentarles un magnífico acuerdo arrancado tras una dura noche de regateo con el comisario. La Comisión Europea asegura que la de este año ha sido la última función de noche de los ministros de la Pesca y que a partir de ahora será un plan plurianual el que garantice la supervivencia de las especies marítimas que se emplean para el consumo. Es deseable que sea así, porque el triste espectáculo de los ministros de madrugada ya huele a pescado pasado. El sector no necesita nocturnidad ni ministros con ojeras, sino compaginar criterios científicos e industriales. Y eso se hace mejor a partir de las ocho de la mañana que de la una de la madrugada.