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Columna
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Intervención en China

El récord de octubre en el déficit comercial de EE UU ha desatado un clamor animando a una Administración, bastante proclive a ello, a tomar medidas proteccionistas. Tal decisión ni estaría justificada por los datos ni constituye buena política económica, y tendría a la larga mayores costes que beneficios. Respecto al contexto comercial estadounidense, conviene notar que si bien el deterioro más importante se ha producido con China, también se ha elevado el déficit comercial con Japón, a pesar de la notable depreciación del dólar respecto del yen. Asimismo, conviene valorar que el mayor déficit comercial se ha producido a pesar de un significativo aumento de las exportaciones estadounidenses, debido a un incremento mucho mayor de sus importaciones del exterior. Los datos ilustran, cuando menos, que el deterioro comercial estadounidense es fruto de algo más que de la evolución del tipo de cambio en los mercados de divisas.

El aumento de las importaciones estadounidenses desde China, en los dos últimos años ha hecho que significados miembros del Gobierno político y financiero de EE UU reclamen de China la liberalización de su divisa, abandonando el mecanismo de tipo de cambio fijo que ha mantenido con el dólar durante casi una década. Incluso políticos demócratas se han apuntado al tren populista, criticando a la Administración Bush por no proteger a sus trabajadores de lo que denominan una competencia injusta por parte de otros países.

La entrada de Alan Greenspan interviniendo en este debate ha sido muy afortunada. El presidente de la Reserva Federal (Fed) fue mucho más explícito en sus declaraciones que lo que en él es habitual, reflejando sin duda su preocupación porque el debate pudiera endurecerse, a la vez que desviarse de sus verdaderas coordenadas, que es donde lo quiso situar. La flexibilización del tipo de cambio del yuan podría producir una importante revalorización de la divisa china y, con ello, una fuerte caída de las importaciones estadounidenses desde dicho país. Sin embargo, reflexionaba Greenspan acerca de que no es evidente este efecto fuera compensado por una mayor producción en empresas estadounidenses, que aumentarían su empleo, o por importaciones de otros países que tienen ventaja competitiva respecto de EE UU.

Los datos ilustran que el deterioro comercial de EE UU es fruto de algo más que del tipo de cambio de las divisas

La observación es totalmente pertinente. Los mayores costes salariales tienen una incidencia tanto directa como indirecta sobre el precio relativo de los productos de un país respecto de sus competidores, provocando lo que conocemos como pérdida de competitividad. El efecto es una reducción de las ventas en el exterior y un consiguiente deterioro en el saldo comercial. Si EE UU tiene problemas con el desplazamiento de la producción hacia centros exteriores más competitivos, ello se debe a sus dificultades internas así como a las ventajas comparativas de otros países. La manera razonable de combatir dichas tendencias no es poner barreras o aranceles a la entrada de bienes desde los países que compiten, sino poner en marcha internamente las reformas precisas para mejorar la competitividad de sus empresas. También convendría matizar que la flexibilización del tipo de cambio del yuan podría no conducir a su revalorización. Las autoridades monetarias chinas han reaccionando a las presiones al alza en su divisa comprando importantes cantidades de dólares, incrementando con ello la oferta monetaria más de un 20% este año, y anticipando así un potencial el fortalecimiento de la demanda y un consiguiente repunte inflacionista.

Además, en las últimas semanas se ha registrado un importante flujo de capitales hacia China, probablemente a la espera de una posible revaluación de la divisa. Ningún Gobierno puede intervenir permanentemente en el mercado de divisas. Si las intervenciones del Gobierno chino no logran un rápido y significativo cambio en las expectativas de los agentes, la ruptura del tipo de cambio fijo está servida. Cuanto más tarde en producirse, mayor puede ser el problema inflacionista y mayor la incertidumbre acerca de la evolución de la divisa y de la evolución a medio plazo de la economía china. Valorar si es preferible continuar interviniendo o flexibilizar de inmediato el tipo de cambio es muy difícil, pero muchas veces retrasar las decisiones económicas no hace sino empeorar sus consecuencias.

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