Un quijote para salvar a Lucent
Es un hombre tranquilo. Sin duda el tipo de ejecutivo que necesita Lucent Technologies en estos tiempos que corren, cuando las tecnológicas han dejado de ser las niñas bonitas de la economía mundial y deben ganarse a pulso su lugar en el mercado.
Parco en palabras y educadísimo en el trato, Bernardo Villazán, el tercer consejero delegado de Lucent en tres años, ejerce su nuevo cargo en un despacho heredado al que sólo ha incorporado una mesa de reuniones 'más grande' y La Grappa, uno de los lienzos de la magnífica colección pictórica de la compañía, obra de Miguel Ángel Campano. Junto a su ordenador, dos enormes portafotos con los retratos de sus hijos, de corta edad. Salta a la legua que les ve muy poco.
Aficionado a la lectura, el mus, el tenis y el submarinismo -numerosos trofeos le recuerdan encima de su mesa de trabajo sus múltiples aficiones-, este ingeniero de 44 años disfruta ejerciendo de manchego. Dice que adora El Quijote y no tiene reparos en afirmar que de sus memorables páginas ha tomado más de un consejo para el buen gobierno de la empresa.
'¿Mi objetivo? Convencer a mis empleados, un equipo magnífico, de que hay luz al final del camino'
No es presunción. La placa conmemorativa del día que fue nombrado Caballero Andante por la Asociación Cultural de Ciudad Real, localidad de la que es oriundo, comparte lugar de honor con el recuerdo de la que ha sido hasta ahora su principal hazaña empresarial. Siendo vicepresidente de Vivendi Universal firmó con Telefónica un acuerdo de distribución de música a través de la red ADSL. Era la primera vez que Viviendi autorizaba un proyecto de este tipo. Su equipo premió el logro con un torito de bronce y una sola palabra: bravura. Sin duda, un elogio para este gestor de maneras sosegadas.
Su gallardía de caballero no es una metáfora. Bernardo Villazán conoce como pocos el terreno que pisa: los caminos y veredas de la industria tecnológica. Sólo hay que echar un vistazo a su currículum profesional para corroborarlo. Primero fue Sainco, del grupo Abengoa, donde inició su carrera de ingeniero en el área del software, en Estados Unidos. De regreso a España, en 1990, continuó su periplo recalando en Sun Microsystems y Bull, siempre con responsabilidad directa sobre cuentas de resultados. Hace tres años se incorporó al grupo Vivendi Universal como vicepresidente del área de distribución digital de contenidos y de ahí, de la mano de un cazatalentos, saltó a Lucent Technologies, en abril de este año. En el proceso de selección 'tuve la suerte', según sus propias palabras, 'de conocer al anterior consejero delegado de la sociedad, Carlos Mira'. æpermil;l y su visión del sector fueron quienes le animaron definitivamente a dar el salto.
Intuitivo, leal y flexible. Estos son sus atributos como gestor. O al menos es en ellos donde se reconoce. No lo dice, pero se nota que además goza de un envidiable sentido común. 'Cuando llegué aquí me encontré con un equipo humano magnífico', responde a la periodista que reclama su opinión sobre la empresa; y calla lo que todo el mundo sabe, que en los últimos dos años Lucent ha despedido a más de 2.000 trabajadores y que el goteo de salidas aún no ha terminado. Al día de hoy la plantilla está formada por 485 empleados.
Villazán y los tres nuevos ejecutivos que ha incorporado al equipo de Carlos Mira se han impuesto como objetivo 'convencer a los trabajadores de que esta sociedad tiene futuro y de que hay luz al final del camino', afirma esperanzado. La tarea diaria es más ingrata: transformar la mentalidad de unos empleados acostumbrados a fabricar en España. Para ello cuenta con la inestimable colaboración del comité de empresa, para el que no tiene más que palabras de elogio. 'Ha sido toda una sorpresa. El tono, la visión, el espíritu de colaboración. Se puede hablar con ellos', asegura.
Una herencia artística de 140.000 euros
Lucent Technologies tiene un tesoro guardado en sus entrañas, el edificio moderno y funcional que se alza imponente junto a La Moraleja. Una sede curiosa, con despacho de invitados.Este tesoro cuesta 141.000 euros y está formado por una docena de obras de arte. Lienzos y esculturas de gran formato y afamados pintores contemporáneos, como Miguel Ángel Campano, Manuel Quejido, Alfonso Albacete, Santiago Serrano y Begoña Goytetxea.Cuadros y esculturas fueron comprados por AT&T Microelectrónica y AT&T Network Systems España antes de que estas compañías se refundaran con el nombre de Lucent.Cuando Bernardo Villazán desembarcó en la empresa se encontró la herencia arrumbada en un sótano y decidió que había llegado la hora de que empleados y clientes disfrutaran de una colección tan magnífica. El visitante las descubre en el hall del edificio, en los despachos principales y en los pasillos, pero se nota que muchas no han encontrado aún su sitio. Villazán insiste en darles el realce que merecen, hasta que lleguen tiempos mejores y pueda ampliar la colección.