El abeto español triunfa en Europa
Cada Navidad, las familias españolas compran 1,4 millones de abetos y pinos para decorar sus hogares, de los que sólo un 5% (70.000 árboles) son importados, según las estimaciones de la Asociación de Cultivadores de Árboles de Navidad de Cataluña, que agrupa a unos 80 productores que explotan 170 hectáreas de terreno en una frondosa comarca del Montseny, La Selva-Guilleries, a caballo entre Barcelona y Girona.
Eduardo de Ribot, presidente de este singular gremio, el único de su clase en España, precisa que 'el 65% de las ventas procede de aquí; un 30%, del País Vasco y Navarra, y menos del 5% (70.000 abetos) de la importación'.
Dinamarca, que vende cada año 10 millones de árboles, es el líder europeo del sector. Pero la actividad de los cultivadores catalanes está consiguiendo desplazar sus exportaciones a Francia, Italia, Portugal y Grecia, a donde destinan 150.000 árboles. Es un 15% del millón de árboles que los catalanes comercializarán esta campaña y que dan por terminada este sábado, día 13, coincidiendo con la festividad de Santa Lucía, en la que tradicionalmente se venden más árboles naturales.
Para potenciar su mercado exterior, la asociación empezó hace 10 años a promover el cultivo de la especie de abeto que más se produce en Dinamarca, el abies nordmanniana, que se distingue tanto por su gran frondosidad como por el brillo y la tonalidad oscura de sus hojas.
Eduardo de Ribot explica que, a pesar de que venden a los viveros este abeto más caro (entre 12 y 15 euros los de talla entre un metro o metro y medio), 'no son mejores que la picea excelsa', que es la especie más vendida en España y cuyo precio al minorista se sitúa entre 9 y 12 euros, mientras que su precio de venta al público oscila entre 15 y 20 euros.
La diferencia de precio estriba en que la nordmanniana precisa entre 8 y 9 años para alcanzar esta talla mínima para que resulte rentable su comercialización, justo el doble que la picea excelsa. Sin embargo, De Ribot asegura que 'la demanda de nordmanniana alcanza un 30% de las ventas, un 10% más que el año pasado'.
Los catalanes consumen 300.000 abetos al año. La costumbre se introdujo a mediados del siglo pasado y los cultivadores de La Selva-Guilleries decidieron sustituir la sacrificada producción de patata por este cultivo, que una orden de 1990 de la Generalitat ha regulado como actividad agrícola. Eduardo de Ribot señala que 'es un cultivo manual, muy apropiado para las características de las explotaciones, que son en terrazas de muy poca extensión, y para conservar la biodiversidad de esta zona'.
El árbol de plástico, una opción poco ecológica
Eduardo de Ribot recuerda que 'hace 8 o 10 años había una obsesión por parte de los ecologistas' contra el árbol de Navidad, 'pero ya no'. El presidente de los cultivadores catalanes subraya que los árboles a la venta 'se han plantado con fines ornamentales' y, frente a los artificiales, 'son biodegradables'. Aunque tengan su cepellón, los abetos que soportan calefacción no podrán sobrevivir, por lo que los ayuntamientos de Barcelona y Madrid los recogen para convertirlos en abono.El responsable de bosques de la organización ecologista Greenpeace, Miguel Ángel Soto, afirma: 'Soy partidario de que si alguien no puede refrenar su deseo de tener un árbol de Navidad, compre uno de vivero debidamente certificado antes que uno de plástico'.