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Columna
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Negociar, sí

Las negociaciones finales para abordar la aprobación definitiva de la futura Constitución europea se acercan. Todo indica que la Cumbre de Bruselas, a celebrar los próximos viernes y sábado, tendrá los inevitables momentos de tensión, aunque parece claro que la presidencia italiana desea dejar concluidos los trabajos de la Conferencia Intergubernamental para proceder, si es posible, a la firma solemne de la Constitución de Roma como primera constitución europea decidida libre y democráticamente por los representantes de los Estados miembros.

En el caso de que no sea posible concluir el proceso durante el semestre italiano, le tocara el turno a la futura presidencia irlandesa. En cualquier caso, está ya acordado que la firma tendrá lugar en la capital italiana para honrar así al Tratado fundacional del primer Mercado Común de los años cincuenta. Todo debe estar listo para el mes de mayo de 2004 cuando se producirá la adhesión efectiva de los nuevos países miembros para inmediatamente pasar a celebrar las elecciones al Parlamento Europeo en el mes de junio.

Como vemos, es un calendario muy apretado y una agenda política ambiciosa y difícil de concluir en tan poco tiempo. Pero todo tiene que funcionar correctamente para evitar un fracaso que tendría enormes repercusiones, considerando que la salud de la familia comunitaria está en algunas cuestiones fundamentales bastante quebrantada.

La ocasión en Bruselas no está para épica numantina ni gritos legionarios, sino para negociaciones inteligentes

Un punto de tensión es el que se refiere al sistema de votación previsto en la Constitución. Cuando se habla de mecanismos de votación en la Unión Europea, ya sabemos que estamos hablando de cuál es el peso institucional de cada Estado miembro. Esta cuestión es la que más nos afecta, ya que el sistema previsto en la Constitución es diferente al que se fijó en el Tratado de Niza y el Gobierno español y, de una manera particular, el presidente Aznar han hecho de la solución de este tema un punto de bloqueo de las negociaciones e incluso de veto de la próxima Constitución.

Estimo particularmente, y así lo he escrito varias veces en esta columna, que el sistema previsto en Niza es enrevesado, incomprensible y habría llevado a la paralización a una Unión Europea de 25 miembros. Siempre fui favorable al sistema propuesto por la Comisión de la doble mayoría, que fue derrotado en Niza y ha resurgido convirtiéndose en el sistema previsto en la Constitución.

Pero también es cierto que, siendo un sistema de voto más claro y eficaz, las variables que han sido fijadas para poder obtener una mayoría -de más del 50% de los votos del Consejo de Ministros siempre que representen más del 60% de la población del conjunto de la Unión Europea- suponen reducir la capacidad de bloqueo que el Tratado de Niza atribuía a España.

De esta situación, nuestro presidente del Gobierno pretende despedirse de su último Consejo Europeo interpretando lo mejor de la épica de la resistencia: otra Numancia. Además se siente fortalecido por la compañía de nuestros amigos polacos, cuyo presidente llegó a gritar aquello de 'Niza o muerte'. Mi opinión es que la ocasión no está para gritos legionarios, sino para negociaciones inteligentes.

Deberíamos tomar nota de lo que significó la negociación sobre la instalación del proyecto ITER en España. La 'vieja Europa' -la del agraviado eje franco-alemán- no quiso apoyarnos, como era previsible; pero teníamos previsto -decía el Gobierno- ganar la batalla con el apoyo de 'la nueva Europa' y sobre todo con el apoyo del otro eje, aquel en que el presidente Aznar tenía puesta su confianza: el eje italo-británico-español. Aquel que decía la ministra de Exteriores, Ana Palacio, que estábamos liderando con el apoyo externo de la Administración Bush. Ya conocemos el resultado: nos quedamos más solos que la una y faltos de apoyo, y a pesar de haber doblado la oferta financiera, nos tuvimos que retirar en beneficio de la candidatura de Francia.

Negociaciones inteligentes, sí; épicas numantinas, no. Al mundo le importa un rábano que decidas suicidarte antes de que te cojan los romanos. Al revés, en los tiempos que corren, no conviene quedarte solo o con algunos grandes amigos que a la hora de la verdad te dejan en la cuneta.

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