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Crónica de Manhattan

Teatro en el campo de batalla

En un día con un perfil informativo muy bajo por la festividad de Acción de Gracias, la televisión se hacía eco de una visita de dos horas no programada de George Bush a las tropas en Bagdad.

El presidente ya se había ido de Irak cuando las televisiones empezaron a emitir las imágenes de un Bush que sorprendía, con una lagrimilla en los ojos, a la tropa (y el resto del mundo). Cuestiones de seguridad. Ni los contados periodistas que le acompañaron lo dijeron a sus jefes.

Bush, bandeja de pavo en mano entre los barracones, ha dado un teatral golpe de efecto que ni los demócratas han criticado a pesar de que se coincide en calificar como teatral unas imágenes de consumo interno.

No es la primera vez que un presidente viaja a un campo de batalla. Ya lo hicieron antes Lyndon Johnson a Vietnam y Bill Clinton a Kosovo, entre otros. Pero ahora Bush necesitaba mostrar que está cerca de las tropas.

El presidente, que siempre ha proyectado la imagen del 'vecino de la puerta de al lado', con las mismas preocupaciones mundanas que el resto, ha incrementado su aislamiento con la guerra y sólo esta semana se ha reunido por primera vez con las familias de soldados fallecidos.

La foto de Acción de Gracias, repetida hasta la saciedad, puede impulsar momentáneamente las encuestas en las que cae su popularidad y convertirse en la foto del presidente en guerra. La anterior era la de mayo sobre el portaaviones en el que declaró 'misión cumplida' con Irak y esa se ha deslucido mucho.

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