Un mercado turbio
El 18 de noviembre de 2003, la cadena norteamericana NBC captó una imagen insólita en la Bolsa de Nueva York: el arresto de varias docenas de brokers de divisas a manos del FBI, acusados de fraude y blanqueo de dinero. La imagen mostraba a los intermediarios, esposados, entrando en un furgón policial.
El 18 de noviembre de 2003, la cadena norteamericana NBC captó una imagen insólita en la Bolsa de Nueva York: el arresto de varias docenas de brokers de divisas a manos del FBI, acusados de fraude y blanqueo de dinero. La imagen mostraba a los intermediarios, esposados, entrando en un furgón policial.
El de aquel día es un capítulo más de la historia más oscura del capitalismo estadounidense. Otro de ellos, también en curso, comenzó con la investigación del fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzer, contra una serie de gestoras de fondos, acusadas de favorecer a fondos de cobertura con prácticas ilegales.
EE UU se agita de nuevo bajo el escándalo cuando todavía no se han curado las heridas dejadas por las corruptelas empresariales que agotaron al país desde finales de 2001. El fraude de los fondos, el modelo de ahorro favorito de los americanos para sus pensiones, preocupa más de momento a los reguladores que a los inversores, que aún no han retirado el dinero en masa. Pero sin duda que el mayor mercado de fondos del mundo asista a un fraude como este pone en cuestión la seguridad de los inversores de todo el mundo.
A falta de que el fraude gane profundidad y tras dos años de excesos los estadounidenses se resisten a dar el acta de defunción al capitalismo a pesar de que están probando cada día, desde la caída de Enron, cuáles son sus límites.
Han sido demasiados los excesos de codicia personal y a pesar de que el sistema apuesta por la autorregulación, toda una batería de leyes y regulaciones ha salido del Congreso (cuando la mayoría no era aplastantemente republicana como antes de noviembre de 2002), de la SEC y de otros organismos que vigilan para que el sistema respete unas reglas. Lo que parece claro es que va a ser mucho más difícil esconder debajo de la alfombra los desmanes que hasta ahora.
El escándalo también ha llegado a Europa. En Dublín y Luxemburgo se investigan posibles actuaciones delictivas por parte de gestoras estadounidenses.
En España, la CNMV asegura que es difícil que se dé un escándalo como el de Estados Unidos, pero no imposible. El regulador afirma que su vigilancia es constante y ha recordado a los depositarios su labor en este sentido. æpermil;stos, sin embargo, afirman que no disponen de herramientas suficientes para saber si una gestora está haciendo algo ilegal. La nueva Ley de Fondos ahonda en la defensa del partícipe y la vigilancia de las gestoras.