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El Reino Unido diseña el coche más caro del mundo

El Imperio contraataca y su arma secreta es el enigmático Project Zircon. Casi diez años después de que los alemanes se hicieran con las dos marcas más emblemáticas del Reino Unido, Rolls-Royce y Bentley, este país prepara con gran sigilo el lanzamiento de un nuevo coche de superlujo, que según sus promotores, será el más caro del mundo. Con una etiqueta de al menos 285.000 libras (413.000 euros) por unidad, el leviatán del mundo automovilístico superará en 5.000 euros el precio del nuevo Mercedes-Benz Maybach, que ha acumulado unos 600 pedidos en vísperas de su aparición en el mercado.

El nuevo coche británico, hasta cuyo nombre se guarda bajo llave, tendrá como base de producción el sur de Gales, la tierra del rey Arturo. El proyecto se encuentra rodeado de secreto y sólo su nombre, Zircon, ofrece una pequeña pista: el circonio, un metal de color negro que arde sin producir llamas. Lo que sí se sabe es que en el diseño del coche participa la firma inglesa Prodrive Ltd., cuya experiencia en la gama de coches de lujo abarca desde el Aston Martin hasta el Cadillac.

El proyecto cuenta con el respaldo de un consorcio, integrado por empresarios privados británicos, que aseguran contar con el capital suficiente para cubrir los dos primeros años de producción. Sólo se conoce que el grupo está encabezado por John Richards, el empresario que en 1994 fracasó en su intento de frenar la ofensiva alemana sobre Rolls-Royce y Bentley, cuando las dos marcas fueron segregadas de su matriz, el holding industrial Vickers.

'El precio de venta se determinará en función del precio de salida de los nuevos Mercedes y Rolls-Royce', explica Garel Rhys, catedrático del centro de estudios automovilísticos de la Universidad de Cardiff, en Gales. 'Este coche está destinado a ser el más caro del mundo. Su precio será uno de los puntos fuertes. Hay indicios de una importante cartera de pedidos'.

Rhys dirigió el equipo encargado de realizar el estudio de viabilidad encargado por el Gobierno autónomo de Gales, ya que el proyecto contribuirá a frenar el deterioro económico de una de las zonas más deprimidas del país. Rhys presume de que el coche será netamente un producto británico, sin vínculos de ingeniería o de financiación con ningún fabricante multinacional. El Rolls-Royce y el Bentley se siguen fabricando en Gran Bretaña, pero el primero pertenece a BMW y el segundo es filial de Volkswagen.

Las previsiones apuntan a que el primer coche saldrá de fábrica en 2007 y que el proyecto creará al menos 700 empleos en la región galesa. 'Si conseguimos montar 500 coches al año, facturaremos unos 125 millones de libras (182 millones de euros), el equivalente a más de 50.000 Ford Fiestas', dice Rhys. 'No es ninguna fantasía. Es más fácil prever el fracaso porque desde los años cuarenta, casi todos los grandes proyectos no han salido adelante. Pero hay factores que nos distinguen. Hemos enfocado la financiación desde un punto de vista muy sensato'.

El marketing previsto tendrá un público selecto y estará dirigido a personas previamente elegidas, aunque para poder penetrar en el poderoso mercado estadounidense, el consorcio piensa abrir una oficina de promoción en Saratoga (Florida). Si el coche resulta un éxito, esta ciudad servirá de base para una segunda fábrica de montaje. 'Queremos lanzar al mercado un vehículo que incorpore las características señoriales, desgraciadamente ya perdidas, de los antiguos Rolls-Royce y Bentley', resalta Rhys.

La producción estará en Gales y contribuirá a frenar el deterioro de una de las regiones más deprimidas del país

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