Un nuevo fondo para el desarrollo
Desde el Club de Exportadores venimos planteando desde hace años la necesidad de adecuar el Fondo de Ayuda al Desarrollo a las necesidades reales de los mercados internacionales y a la demanda de las empresas. En este sentido, hemos planteado a la Administración española la necesidad de realizar determinados cambios en la gestión del instrumento.
Previamente procede exponer cuál debería ser, desde la perspectiva del Club, la misión de la Administración, que debería limitarse a fijar unos criterios muy generales acordes con la normativa de la OCDE y dejar el procedimiento en manos del país receptor del crédito, en quien debería recaer la responsabilidad de la transparencia del mismo. En esa línea sería aconsejable lograr una simplificación y agilización de los procedimientos, no señalando proyectos específicos en los protocolos de cooperación y dejando que fuera el país receptor el que convocase los proyectos. La Administración debería intervenir para comprobar la elegibilidad o no del país, las condiciones de financiación, el cumplimiento de los requisitos de Helsinki y la supervisión de que el procedimiento de adjudicación se ha realizado cumpliendo con la legislación del país destinatario.
La obligatoriedad establecida en su día de realizar concursos entre empresas españolas se hizo, según los responsables de la época, para aumentar la transparencia y facilitar el acceso al FAD de un mayor número de empresas. Por desgracia, el tiempo se ha encargado de demostrar que esas decisiones fueron equivocadas. La participación se ha reducido, como consecuencia de los largos procesos de maduración que muy pocas empresas pueden soportar económicamente. Y en cuanto a la transparencia por todos deseada, existen métodos de control a posteriori que, garantizándola, permitirían una mayor agilidad en la toma de decisiones.
La obligatoriedad de los concursos ha reducido la participación de las empresas en el FAD
También hemos sabido que renace una antigua iniciativa de llevar al Congreso una propuesta para dividir el FAD entre proyectos de cooperación y de apoyo a la internacionalización empresarial. No es la primera vez que se plantea esta división que, desde luego, no goza de nuestras simpatías y que ya en anteriores ocasiones demostró su inviabilidad.
Recientemente, el Club presentó a la Secretaría de Estado de Comercio unas sugerencias referidas a la utilización del FAD para la exportación de servicios, la asistencia técnica, asunción de riesgo comercial, la modificación del procedimiento de las operaciones de los créditos a la reconstrucción que se conceden a los países después de las catástrofes, la exigencia de certificado medioambiental, etc. Su favorable acogida nos hace ser moderadamente optimistas y pensar que todavía podemos recuperar un instrumento que, utilizado dentro de las normas OCDE, con criterios de transparencia, pero con una clara voluntad política de colaboración en el proceso de internacionalización, permitan a nuestras empresas disponer de una herramienta sumamente útil para posicionarnos en determinados mercados.