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Secretos de despacho
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

La austeridad benedictina de Roca

Confiesa tener adicción por el jaleo. Se retiró de la política, es uno de los padres de la Constitución y fue uno de los hombres fuertes de Convergència i Unió, pero sigue a pleno rendimiento en el despacho Roca Junyent Abogados, donde ocupa el cargo de socio presidente. Miquel Roca tiene 63 años y una vitalidad contagiosa. Está de buen humor. Quiere que en el reportaje fotográfico aparezca el despacho de Madrid (fotografía superior) pero también el de Barcelona (fotografía inferior). De hecho, reparte la semana entre las dos ciudades. Y cuenta como algo normal una jornada de trabajo que comienza en el aeropuerto de Barcelona a las siete de la mañana, con destino a Sevilla, a las 11 toma el AVE en dirección Madrid donde asiste a varias reuniones y ya por la tarde vuelta a Barcelona. Porque si algo no soporta Roca es una agenda sin citas. 'Me pone nervioso, aunque con tanta actividad reconozco que cualquier alteración o asunto nuevo es horroroso'. Para la buena marcha del negocio, lo que tiene claro es que tiene que establecer prioridades, 'si no es así, te ahogas'.

Si por algo tiene obsesión es por el orden en la mesa de trabajo. Todo escrito tiene que ir en papel. Nada de ordenador. Se lleva mal con la tecnología. 'Pertenezco a esa generación de personas que no entienden el lenguaje de la informática'. Escribe a mano informes, dictámenes. Pero también tiene otra manía: la de cortar y pegar. 'Hago auténticos puzles, corto textos y los pego en folios. Soy una persona muy meticulosa y con lo que no puedo es con las faltas de ortografía. Es lo primero que veo. No se me resisten'.

Roca lo lee todo. De sus oficinas no sale un sólo texto que lleve su firma que él no haya revisado. 'No me parecería ético que algo que se supone que yo he supervisado no haya sido así'.

'Tiene que dar la impresión a los clientes de que éste es un despacho que pueden pagar. Debe ser limpio y aseado, con una decoración clásica pero con calidad'

El secreto de un buen abogado es estar al tanto de lo que ocurre a su alrededor y establecer un compromiso social. 'El abogado que es sólo abogado y no le interesa nada más que lo que le ocurre a él mismo no me interesa. Tiene que estar comprometido y le tiene que gustar lo que hace'. Le ocurre lo que al político: tiene que disfrutar, para lo que se requiere 'vocación aunque luego se convierta en profesión'.

Ocupa despacho en Madrid y en Barcelona, pero también en Lleida, Girona y Palma de Mallorca. De la decoración no se encarga él. Lo confía todo a la interiorista Anna Sagarra, que además es su esposa. Y todos los espacios, decorados con gusto, se asemejan en el mismo estilo de mobiliario y decoración. 'Se trata de que el cliente no note la diferencia entre un despacho y otro. A pesar de que las paredes están salpicadas con obras, muy bien ubicadas, de Guinovart, Perico Pastor, Riera y Aragó, los despachos que ocupa Miquel Roca desprenden todos un aire funcional y austero. 'Tiene que dar la impresión a los clientes de que éste es un despacho que pueden pagar. Debe ser limpio y aseado, pero con austeridad benedictina, clásico pero de calidad'. Eso no significa incomodidad. Los muebles pueden ser macizos y a la vez sencillos.

Otro detalle que no pierden de vista es la privacidad. Por ello, siempre que pueden ningún abogado comparte despacho en Roca Junyent Abogados. Y sólo los colaboradores más jóvenes, nunca más de dos, comparten el mismo espacio.

Miguel Roca confiesa que él no es nadie, como cualquier ministro, sin su cartera, negra de Loewe. 'Me he paseado con ella por toda España y siempre me acompaña. Me siento inseguro si no tengo encima todos los papeles que necesito'.

En su despacho guarda recuerdos de su paso por la política, como una puerta del Congreso de los Diputados, 'ese lugar en el que he pasado tanto tiempo'. Y que estos días recobran una especial importancia al cumplirse 25 años de la Constitución española, de la que es uno de los padres. Muestra un ejemplar de la Constitución al que le tiene mucho cariño, con prólogo del actual rector de la Universidad Carlos III y padre a su vez del texto, y una ilustración de la paloma de Rafael Alberti. Si hay algún momento de aquella época que Miquel Roca recuerda con afecto es el día en el que se constituyó el Parlamento. Y va un poco más allá: el momento en que se constituyó la denominada mesa de la edad y aparecieron La Pasionaria y Rafael Alberti. 'Todavía me emociono al recordarlo'.

Le pone muy nervioso el cinco

Ha tenido suerte en la vida Una inmensa suerte, recalca él. Por una razón: 'Todo lo que hago me gusta. He disfrutado en las distintas etapas que he vivido como profesional. No le exijo nada a la vida'. Asegura que le cuesta mucho recordar las espinas del pasado, 'las olvido inmediatamente'. Y si alguien se muestra incómodo con él y no quiere saludarle que no se preocupe, Roca le saludará. 'A veces me encuentro con gente que se muestra incómoda al verme, pero yo le saludo como si no pasara nada. A mí las cosas negativas se me olvidan rápido'.Si algo le pone nervioso es el cinco porque su aspiración siempre ha sido ser el diez 'o casi'. Maneja la teoría de que en esta vida tienes que ir con espíritu ganador. 'El objetivo es trabajar y hacer bien las cosas para ser el mejor'. Ya de pequeño, asegura, era un empollón, muy meticuloso, 'pero porque no sabía hacer otra cosa'.No sabe calcular las horas que trabaja en Roca Junyent Abogados, ahora muy centrados, además de otras ramas del Derecho, en temas sobre todo de propiedad intelectual. Por ejemplo, llevan los asuntos relacionados con la obra de Dalí y de Jorge Luis Borges. 'Y es que la obra de pintores, escultores y de artistas se reparte por muchas vías. Antes no tenía tanta trascendencia, pero ahora sí'.Para lo que tiene facilidad es para desconectar. 'Me suelo llevar trabajo a casa, pero cuando estoy con mi familia y amigos no pienso en el trabajo'. Le gusta pasear, leer y escaparse a París o Nueva York. Pero su verdadera afición es la bicicleta. Los fines de semana suele recorrer una media de 50 kilómetros.

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