El cese de un alto ejecutivo agrava la crisis interna de Bertelsmann
La dimisión de Gerd Schulte-Hillen, presidente del consejo supervisor de Bertelsmann (similar a un comité ejecutivo), fue comunicada ayer oficialmente. Según reconoció un portavoz, la salida del ejecutivo, que se producirá a final de año, obedece a un concepto 'diferente de llevar la estrategia de la empresa'.
Aunque en la compañía se pretende simular normalidad, el cese de Schulte, quien llevaba 34 años en Bertelsmann, vuelve a poner sobre la mesa la profunda división que existe internamente entre los partidarios de la gestión más profesional y la línea tradicional, encarnada por la familia Mohn, descendiente del fundador de la compañía y que controla actualmente el 75% del grupo.
La renuncia de Schulte viene precedida de la precipitada salida del presidente ejecutivo Thomas Middelhoff, en julio del año pasado, quien fue sustituido por un hombre de plena confianza del patriarca Mohn, Gunter Thielen. A las pocas semanas siguió la dimisión del presidente de la división de música y posteriormente, el cese del máximo responsable de la televisión RTL, participada mayoritariamente por Bertelsmann.
El grupo ha obtenido beneficios de 20 millones en el tercer trimestre
En la reunión del consejo de administración de Bertelsmann, el pasado miércoles, se decidió volver a cortar por lo sano: los independientes no tienen cabida en una empresa que ha vuelto a sus orígenes familiares y desconfía de los gestores profesionales.
El detonante de la salida de Schulte fue su oposición a la fusión de la filial discográfica de Bertelsmann, BMG, con la japonesa Sony Music, anunciada hace dos semanas. Previamente, el ejecutivo había abortado el proyecto de compra de la división de libros de Time Warner por 500 millones de euros.
El puesto de Bela, como era conocido Schulte familiarmente en la compañía, será ocupado provisionalmente por Dieter Vogel hasta que la empresa nombre un sucesor.
La crisis interna que vive el primer grupo de medios europeo contrasta con sus buenos resultados del tercer trimestre, en un entorno general de crisis. Bertelsmann anunció el retorno a beneficios con un resultado neto antes de impuestos de 20 millones de euros, frente a las pérdidas de 367 millones registradas en el mismo periodo del año anterior. Aunque el volumen de negocio retrocedió un 7,1% (3.900 millones de euros frente a los 4.200 millones de 2002), el grupo pronosticó para final de año un aumento de su beneficio operativo con respecto al ejercicio anterior.
Tras la renuncia de Schulte, los planes de la compañía 'no variarán ni un milímetro', según afirmó ayer un portavoz. La fusión de la filial musical con Sony sigue adelante, lo que demuestra, según este portavoz, que en Bertelsmann no existen criterios de gestión diferentes. 'El consejo es una piña, y la familia Mohn no tiene nada que ver con esta dimisión', afirmó.
Elisabeth Mohn, la nueva dama de los medios
Fue una decisión personal del actual patriarca de Bertelsmann, Reinhard Mohn. Retornar a los orígenes familiares en plena era de la globalización, sentando para ello a Liz Mohn, su segunda esposa, en el consejo de administración de la compañía. La familia Mohn, que se ha opuesto con todas sus fuerzas a los reiterados intentos de los ejecutivos por salir a Bolsa, tienen la fuerza que dan las acciones. Directamente y a través de la fundación Bertelsmann, controlan el 75% de la compañía. El otro accionista, el grupo belga GBL, con un 25%, respalda plenamente cada decisión de los Mohn. Las desavenencias con el dimitido Gerd Schulte-Hillen llegaron a un punto insostenible cuando éste se atrevió a criticar abiertamente, en una entrevista con el semanario Der Spiegel, la interferencia de la familia en la gestión. Liz Mohn, que antes de su boda con el patriarca era secretaria en Bertelsmann, se ha rodeado de un leal equipo de directivos a través de los que controla la empresa. El actual presidente ejecutivo, Gunter Thielen, de su círculo de confianza, es un ejemplo.