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Columna
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Buenas impresiones

Finalmente ha aparecido evidencia estadística relativa a la creación de empleo en EE UU, lo que ha hecho aumentar la credibilidad de una recuperación relativamente sólida en dicho país y, quizá como consecuencia, también en Europa. Como en ocasiones anteriores en que creímos estar asistiendo a situaciones totalmente desconocidas, los lamentos acerca de un fenómeno nuevo, la recuperación sin creación de empleo, quedan, de momento, refutados por la evolución natural del ciclo económico, que ahora parece enfrentarse a una nueva fase alcista.

Las noticias del mercado laboral, cuya mejoría es imprescindible para poder tener una cierta confianza en la potencial recuperación económica, son claramente positivas. La tasa de paro descendía ligeramente en octubre tras haber permanecido estancada durante tres meses. Las contrataciones aumentaron en 126.000 trabajadores, muy por encima de la cifra proporcionada por el consenso de analistas, con tres meses consecutivos positivos. Simultáneamente, se revisaba al alza, muy significativamente, el número de empleos creados en términos netos durante septiembre.

Es asimismo interesante que la creación de empleo de octubre se haya producido en un ámbito de actividades productivas muy diverso. Sólo el sector manufacturero seguía destruyendo significativamente empleo, si bien a un ritmo menor. Las nuevas solicitudes de subsidio de desempleo descendieron nuevamente más de lo esperado, mientras la media de horas trabajadas por empleado aumentó en el tercer trimestre, tras haber descendido en los trimestres previos.

Otro indicador muy significativo, los pedidos a empresas industriales, también se recupera, especialmente en bienes duraderos, lo que tiene especial interés, pues la adquisición de éstos requiere, en principio, una cierta confianza en la situación económica del hogar. El último dato es de septiembre, lo que sugiere que dicha evidencia será aún más clara en los próximos. Todavía hay, sin embargo, 8,8 millones de desempleados, dos millones de los cuales llevan más de seis meses en tal situación. La recuperación ha comenzado, pero volver a los niveles de empleo de antes de la crisis llevará algún tiempo, y sólo cuando este proceso se haya cubierto en parte podremos tener confianza completa en la buena marcha de la economía.

En su reciente informe, Alan Greenspan insistía en la poca urgencia de la máxima institución financiera por elevar sus tipos de intervención, congratulándose por el estímulo que los reducidos niveles actuales están aportando a la economía. Aunque la Reserva Federal ha alterado sus tipos al margen de sus reuniones periódicas, no parece inminente, desde luego, que vaya a disponer de información que pudiera motivarla a tomar tal decisión, que debería consistir en alguna sorpresa importante sobre inflación o aumento de la demanda interna. El crecimiento del 4% del cuarto trimestre que, en todo caso, se anunciará por primera vez en enero, debe estar ya descontado, y no debería motivar, por sí sólo, intervención alguna.

No mencionaba Greenspan el importante desincentivo que los niveles de tipos, a que nos ha llevado la relajación monetaria en la crisis, representa para el saneamiento financiero de empresas y familias. Es cierto que se han renegociado muchas hipotecas, pero es difícil valorar el modo en que los recursos así liberados se han distribuido entre consumo y ahorro, distinción sin duda importante, pues un crecimiento apoyado sobre el consumo no conduce a un mayor saneamiento financiero del sector privado.

Algo más sorprendente resulta que el consejo de la Reserva apelara en su último informe al potente incremento en la productividad, un 8,1% en julio-septiembre, como estímulo, pues tan alto aumento no hace sino reflejar el repunte que en la producción se estaba comenzando a apreciar el segundo trimestre, junto con el hecho de que, careciendo de una total confianza en la solidez de dicha mejoría, las empresas hacían frente a la mayor demanda sin aumentar el empleo. En el tercer trimestre ha descendido algo su ritmo, que ha de aminorarse más los próximos trimestres, si la recuperación del empleo continúa. Tal comportamiento no tendría ninguna connotación negativa, como tampoco la tiene positiva las actuales cifras de crecimiento. Confiemos en que los próximos datos confirmen estas buenas impresiones.

Catedrático de Análisis Económico de la Universidad Complutense

Sólo se podrá tener confianza en la recuperación de EE UU cuando el empleo vuelva al nivel de antes de la crisis

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