Más presión sobre el dólar
Tras la última reunión del G-7 se ha alcanzado un consenso para favorecer la paulatina depreciación del dólar, sostiene el autor, que analiza las dificultades a que se enfrentan los mercados internacionales de las principales divisas
Hemos asistido a una fuerte volatilidad en los mercados de divisas, con un dólar que pasaba de cotizar a 1,08 dólares el euro en septiembre, hasta los 1,14 dólares, y un yen que se aprecia desde los 117 yenes el dólar en septiembre hasta los 109 yenes/dólar. Esto se debe a que en la última reunión del G-7, celebrada en Dubai, se demandaba mayor flexibilidad cambiaria, dados los desequilibrios externos existentes a nivel mundial.
La preocupación del G-7 por los desequilibrios de la economía estadounidense está tomando especial relevancia, dado que su magnitud puede llevar a una brusca caída del dólar. El déficit por cuenta corriente de EE UU superará el 5% del PIB en 2003, y con la recuperación prevista en 2004 y la propensión a importar de la economía americana, éste puede ser mayor en dicho año. El elevado déficit externo de EE UU hasta ahora no era una preocupación, pues se financiaba con capital extranjero, tanto en las Bolsas como en el mercado de deuda. Estos mercados son el destino del 70% del ahorro mundial que se invierte en el extranjero. Estas entradas de capital se han conseguido sin mantener unos tipos elevados, pues las gestoras de fondos han invertido en el mercado americano frente al resto, dada su mejor situación económica.
Los bancos chinos necesitan tiempo para adaptarse a un nuevo sistema cambiario
Para financiar el déficit por cuenta corriente de 2003, la economía americana tendrá que atraer entre 500.000 y 600.000 millones de dólares de capital extranjero. Años atrás, los bancos centrales -sobre todo asiáticos- han demandado activos americanos (bonos), en detrimento de las gestoras. Esto ha provocado que sólo unos pocos financien este déficit, lo que hace a EE UU más vulnerable. Además, si se produce una recuperación a nivel mundial, las grandes gestoras de fondos pueden invertir en otros países. EE UU tendrá que competir con países emergentes, que necesitan financiación y ofrecen altas tasas de crecimiento y calidad de sus activos (en particular, bonos públicos) elevada. Ello podría obligar a las autoridades americanas a elevar los tipos para incrementar el atractivo de su mercado, lo que podría frenar la recuperación.
El G-7 está instando a los Gobiernos, sobre todo asiáticos, a que corrijan este desequilibrio comercial de EE UU. Es necesario que el dólar se deprecie de forma gradual para subir las exportaciones y frenar la capacidad importadora de la economía americana. Las presiones se están dirigiendo hacia China y Japón, ya que éstos se reparten el 45% del déficit americano.
China ha mantenido su moneda, el yuan, ligada al dólar vía un tipo de cambio fijo de 8,28 yuanes el dólar, mientras que Japón ha utilizado intervenciones en el mercado cambiario para impedir una excesiva apreciación de su divisa.
Un cambio de actitud de ambos países es fundamental para impedir un colapso de los mercados cambiarios. Una corrección gradual es bienvenida por las autoridades americanas; como vimos tras la reunión del G-7, una caída del dólar puede provocar descensos en las Bolsas.
Tras la última reunión del G-7 se ha alcanzado un consenso para favorecer esta paulatina depreciación de la divisa americana. Desde entonces hemos visto caídas en la cotización del dólar frente al euro y respecto al yen. Aunque la autoridades japonesas mantienen sus intervenciones, éstas se realizan a niveles de yen más altos (en torno a 109 yenes/ el dólar), mientras que desde EE UU se presiona al régimen chino para que revalúe su divisa.
No es fácil para el Gobierno chino: mantener su actual sistema cambiario está generando tensiones con sus socios comerciales, los bajos costes de producción y la debilidad del yuan hacen que los productos chinos sean fáciles de vender en otros países, lo que impulsa las exportaciones chinas en detrimento de las de sus competidores. Por otra parte, flexibilizarlo pone en peligro su fuerte crecimiento económico (necesita mantener un crecimiento de las exportaciones del 15% anual para evitar caídas de empleo en el sector exportador). Además, los bancos chinos necesitan tiempo para adaptarse a un nuevo sistema cambiario, donde el riesgo de la divisa es elevado.
Las autoridades chinas flexibilizarán su postura, hasta una banda de fluctuación del yuan de un 1% al alza o a la baja a final de 2004. Para entonces esperamos que el yen alcance los 102 yenes/dólar, y la divisa europea se cotizaría a 1,25 dólares/euro.