Y los hoteles, ¿por qué?
Los hoteleros madrileños, por medio de su asociación empresarial, han pedido medidas urgentes al Gobierno autónomo para que ataje lo que consideran un exceso de oferta que afecta a la ocupación y, por tanto, a los ingresos de sus establecimientos. Argumentan que este año han sufrido un descenso de actividad del 8% y que, para recuperar la demanda, se han visto obligados a bajar hasta un 20% el precio medio de las habitaciones. Por ello quieren que las autoridades aumenten las exigencias para otorgar licencias a nuevos hoteles. Una sorprendente e inaceptable especie de moratoria que no desean calificar de tal.
No es con intervencionismo como se solucionan los problemas. Cierto es que el número de aperturas previstas en Madrid es inusualmente alto. A los 300 hoteles que habrá en la capital al acabar 2003 se sumarán otros 114 en tres años, con un aumento superior al 40% en el número de plazas. No hay por qué dudar de que los promotores de los proyectos en marcha han hecho bien sus cuentas. En todo caso, es el mercado, no la Administración, el que debe dirimir si están bien hechas. Mientras tanto, y lejos de pedir proteccionismos desfasados, las empresas deben fijar el objetivo en la calidad. Porque ésta, a pesar de lo que opinen algunos, no está reñida con mayor competencia.