Las mayores aportaciones tienen lugar a partir de los 55 años
El buen momento por el que atraviesan las Bolsas está facilitando la recuperación de rentabilidades en los fondos y planes de pensiones, pero no ha cambiado la tendencia mayoritaria, casi se podría decir que exclusiva, de las gestoras de fondos de pensiones a la hora de ofrecer a los partícipes nuevos productos de ahorro. Por lo visto, hasta el momento, todos los planes de pensiones de nueva planta que han salido a la calle para la tradicional campaña de fin de año lo han hecho con una obsesión predominante: la de ofrecer al partícipe la garantía de que va a recuperar su ahorro e incluso la de que puede aspirar a una razonable renta adicional en función de determinadas variables.
El reciente estudio que ha realizado Banco Sabadell sobre el colectivo de personas que tienen un plan de pensiones pone de relieve algunos datos que abonan la idea del perfil extremadamente conservador del partícipe medio de los planes de pensiones. Por ejemplo, el hecho de que el importe de las aportaciones dinerarias a los planes de pensiones, tanto si son de carácter periódico y fijo como de tipo extraordinario, aumenta de forma significativa a partir de los 55 años de edad, es decir, en el tramo de edad final previo a la edad de jubilación oficial, que es cuando el partícipe puede disponer del dinero colocado en el plan de pensiones individual.
Otro dato llamativo es el que se refiere a la edad de los nuevos partícipes y al peso que en cada tramo de edad tienen las aportaciones de los recién llegados o de los partícipes ya inscritos en algún plan. En el tramo de edad comprendido entre los 25 y los 34 años, las aportaciones de nuevos partícipes representan el 24% del total de los planes de pensiones frente a sólo un 12% de los partícipes ya preexistentes de esta edad. Entre 35 y 44 años también son mayores las aportaciones de los nuevos partícipes, un 33% del total, que de los veteranos, un 30%.