Los gestores firman por anticipado el cierre de ejercicio
Hay partidos de fútbol en los que ambos contendientes, allá por el minuto 80, firman de forma tácita el empate. Ocurre, claro está, en competiciones ligueras, o en el primer encuentro de eliminatorias a doble partido, cuando los dos equipos piensan que tienen mucho que perder y poco que ganar. Ahora mismo, en la Bolsa, alcistas y bajistas han firmado tablas. Sin que ninguno de los dos bandos abandone sus posiciones.
El tercer trimestre es, se supone, el bueno para la Bolsa. Pero este cierre de 2003 no termina de arrancar. Si lo hiciese, y teniendo en cuenta que los mercados mostraron a cierre de octubre una rentabilidad superior al xx%, un buen tercer trimestre dejaría en los bolsillos de los ahorradores plusvalías dignas de la segunda mitad de los años noventa. Las cosas han mejorado sustancialmente, pero tampoco están tan bien. Y por eso los alcistas y los bajistas prefieren dejarlo pasar y citarse en 2004.
Los gestores que han conservado su puesto de trabajo durante la crisis pueden, por primera vez en tres años, presentar a sus superiores notables plusvalías. Muy convencidos tendrán que estar para arriesgarse a entrar ahora y llevarse un susto de última hora -con la forma de un repentino enfriamiento, un alza del crudo superior a lo soportable o cualquier otra mala noticia- les estropee 2003. El inversor de a pie, de hecho, puede darse por satisfecho toda vez que no ha habido oleada vendedora.
Apelar a la prudencia en estos momentos no es la clásica llamada a la calma en un entorno agitado. Es la pura tendencia del mercado. El dato de empleo que se publicó ayer en Estados Unidos es un ejemplo. Dejó el mismo gusto en el mercado que la temporada de resultados empresariales: Una cifra positiva, sobre todo teniendo en cuenta la situación con la que arrancó el año. Pero deja al observador a medias, y aunque justifica las recientes alzas, no es capaz de convencer a los inversores para comprar con decisión.
Reviven los especuladores
Dar por muerta la especulación bursátil es como dar por muertos los ciclos económicos. Los chicharreros podían estar escondidos en sus cuarteles de invierno aguardando la próxima presa. Y este otoño la han encontrado. Se llama Tafisa, y la actividad compradora y vendedora ha sido tal que la especulación ha sacado este valor del fixing para meterlo en el continuo.La fiebre por las tafisas ha sido tal que el valor ha estado en los últimos días entre los más contratados del mercado, a pesar de tener cotizando en Bolsa menos del 5% de las acciones. La falta de liquidez marcó la primera etapa de esta burbuja, pero los especuladores que temían no poder vender han respirado. Lo que les ha animado a seguir jugando a esta particular ruleta que ha permitido plusvalías. El efecto sobre el mercado ha sido tal que otros valores se han disparado solamente por el hecho de cotizar también en fixing.