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Columna
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Costoso superávit

Antonio Gutiérrez Vegara

Estaba replicando el ministro de Hacienda al líder de la oposición en el debate sobre los Presupuestos para el año que viene y quiso descolocarle sacándose un dato sobre el saldo del ejercicio presupuestario todavía vigente. Anunció que 2003 se cerrará con un superávit equivalente al 0,5% del PIB.

No se han facilitado los datos acerca del grado de ejecución del Presupuesto en curso -deficiencia habitual durante todos los años de Gobierno popular- y el ministerio ya puede adelantar la diferencia entre lo que se va a ingresar y lo que se ha gastado. Esto de retener información para sorprender a la oposición también se va convirtiendo en una práctica habitual de los dirigentes del PP, ya sea en lo concerniente a la política económica o en la transmisión de unos resultados electorales, como acabamos de ver en la noche de las elecciones a la Comunidad de Madrid.

Si se gobernase con la transparencia exigible, la evolución de los gastos y de los ingresos debería ser objeto de un debate específico, o incluso de alguno más durante el año, para conocer en detalle cómo se van cumpliendo los Presupuestos, adoptar las medidas correctoras que fuesen necesarias en su caso y finalmente para poder comparar con rigor el alcance de cada partida presupuestada para el siguiente año en relación a lo realmente ejecutado en el anterior.

El Gobierno está cerrando puertas al futuro con 'presupuestos bisagra' como el presentado por Montoro

Además de lo que se haya dejado de gastar, el superávit anunciado por el señor Montoro se saca del incremento de cotizantes a la Seguridad Social, con lo que compensa en parte las bajadas de impuestos, de las que se han beneficiado en mayor medida las rentas más altas y sobre todo esconde los déficit que acumula nuestro país en muy diversos terrenos. Nos mantenemos en la cola de Europa en I+D, con una inversión inferior a un punto del PIB cuando la media europea alcanza los dos puntos; sigue siendo inaccesible la vivienda para la inmensa mayoría de los jóvenes, como ha vuelto a denunciar el Consejo Nacional de la Juventud en su último informe al respecto, y el Gobierno mantiene la misma política de vivienda, que objetivamente estimula la especulación inmobiliaria y encima reduce en un 10% el gasto presupuestado para 2004; seguimos siendo el país europeo con la menor tasa de actividad femenina y sin embargo el gasto social en protección familiar y en asistencia a las personas dependientes continúa bajo mínimos, lo que lastra la incorporación de las mujeres al mercado laboral; tenemos la mayor tasa de paro -pese a la machacona exhibición de la mayor creación de empleo respecto de los demás socios comunitarios-, pero el gasto público en políticas activas de empleo es de los más bajos de la UE y el que se dedica a prestaciones por desempleo en función del índice de paro está en el antepenúltimo lugar del ranking comunitario.

El mismo lugar ocupa España en cuanto a la formación profesional que se les brinda a los parados para facilitar su empleabilidad y descendemos a un puesto más bajo, el penúltimo, al comparar el número de empresas, en cualquiera de los segmentos, grandes pequeñas y medianas, que ofrecen la formación continua a sus trabajadores. Todo ello, junto a desniveles similares que se aprecian en el gasto dedicado a sanidad, educación infantil, primaria, superior y universitaria, marcan la 'desconvergencia social de España con la UE' analizada en el informe que con dicho título ha coordinado el profesor de la Universidad Pompeu Fabra, Vicente Navarro.

Estos desequilibrios, que están lastrando el futuro de nuestro país mucho más de lo que lo haría soportar un moderado déficit público -sin salirse del límite establecido por el Pacto de Estabilidad-, fueron expuestos en la primera sesión de los debates parlamentarios sobre los Presupuestos 2004.

Pero el ministro de Hacienda derivó hacia la descalificación política y personal del secretario general del PSOE, en lugar de responder con propuestas a los retos planteados. Al futuro sólo se refirió para negárselo a Zapatero y aventurárselo a su nuevo cabeza de filas, señor Rajoy, con un presupuesto bisagra, como él mismo lo definió. Está por ver si con esta política económica le abre la puerta a la presidencia del Gobierno tras las próximas elecciones generales, pero aunque el Gobierno del PP no lo admita, con bisagras tan rancias nos están cerrando a todos las puertas del futuro.

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