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Tribuna
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Derechos políticos del socio

El mundo del fútbol no ha experimentado a lo largo del siglo recientemente finalizado una clara evolución. Ello puede predicarse tanto de la práctica propiamente deportiva, cuyas reglas han sufrido escasas modificaciones durante este periodo, como de sus estructuras organizativas y de gestión que presentan, en principio, un aire un tanto anticuado.

Quizás por esta razón, la victoria de Laporta en las elecciones a la presidencia del FC Barcelona fue saludada con optimismo en los medios y en distintos sectores de la sociedad civil. Tras unos años grises, sin éxitos deportivos ni resultados económicos positivos, la nueva directiva hacía renacer la ilusión y el deseo de cambio. La gestión de la entidad debía, por tanto, sufrir una profunda transformación, y a ello se aplica la joven directiva, tanto en el ámbito deportivo como en el económico.

Sin embargo, a mi juicio, la modernización del club debe alcanzar también a su estructura orgánica. En todas las sociedades, cada año los directivos convocan a los socios para rendir cuentas de su gestión.

Pues bien, ello no es así en los más grandes clubes deportivos. La asamblea general de socios no existe, y en su lugar figura en los estatutos la asamblea de compromisarios. æpermil;sta se halla compuesta por socios elegidos fundamentalmente por sorteo y representa un porcentaje minúsculo de los socios. La inmensa mayoría no tiene por tanto la oportunidad de asistir a la asamblea general. Así, las cuentas del FC Barcelona del último ejercicio fueron aprobadas por unos quinientos socios frente a una masa social de casi cien mil personas.

El motivo generalmente invocado para convocar anualmente sólo a los compromisarios y no a todos los socios es que, dado su gran número, no sería posible reunirlos físicamente en el lugar donde se celebra la asamblea.

Sin embargo, esto supone ignorar las nuevas tecnologías. Hoy es posible asistir y participar en reuniones sin una presencia física y existen mecanismos que permiten votar por medios telemáticos. Precisamente, se está actualmente reformando la legislación societaria, permitiendo en las sociedades cotizadas, algunas de ellas con más socios que en los grandes clubes, la utilización de las nuevas tecnologías en la emisión del derecho de voto.

La asamblea de compromisarios es un órgano, en mi opinión, anacrónico y escasamente democrático. Todos los socios, que son en definitiva los propietarios de la entidad, deben poder participar de forma activa en la aprobación o rechazo de la gestión y en la adopción de los acuerdos más relevantes.

Son muchos y muy importantes los retos que tiene la nueva directiva del Barça. Creo que uno de ellos, aunque no sea fácil, es el de dar voz y voto al socio, removiendo a tal efecto los obstáculos jurídicos y administrativos que ahora lo impiden. Si el ejemplo cundiera, y otras entidades también lo hicieran, avanzaríamos hacia la democratización y modernización de nuestras estructuras deportivas.

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