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Quiebra

El actor Schwarzenegger barre en las elecciones para gobernar California

Los californianos, ciudadanos de la quinta economía del mundo, decidieron ayer que un actor de ideario republicano, Arnold Schwarzenegger, sea su gobernador. El protagonista de Terminator afronta la gestión de una dura crisis, con un Congreso de mayoría demócrata.

Davis fuera, Arnie dentro'. Era el titular que mandaba un día después de la moción de censura californiana. Con el 98,8% del voto escrutado al cierre de esta edición, el 54,8% de los californianos demandó la salida del actual gobernador Gray Davis, 11 meses después de que renovara legislatura, y puso en su puesto a Schwarzenegger con el 48,2% de los votos. El demócrata Cruz Bustamante obtuvo el 32,2%.

Quien en el pasado fuera Míster Universo y diera vida a personajes de ficción tiene ante sí ahora una misión difícil sin segundas tomas. Aunque no está previsto que tome las riendas de su nueva oficina en Sacramento hasta el mes que viene, Schwarzenegger debe poner en marcha rápidamente una Administración, para la que dijo que quería contar con los demócratas, y cuya misión fundamental será controlar el déficit de 8.000 millones de dólares que hereda en el presupuesto ya aprobado por la Administración saliente para el año que viene. Schwarzenegger sabe que pese a la dureza utilizada en la campaña ahora necesita a los demócratas que controlan las Cámaras del Congreso estatal.

Phil Angelides, el tesorero del Estado (demócrata) y uno de los políticos que se perfila como contendiente de su partido para las siguientes elecciones, decía ayer que vigilará que Schwarzenegger mantenga sus promesas. 'No ha sido veraz con la gente de California sobre lo que se necesita para restaurar la integridad fiscal y hacer que la economía crezca', dijo.

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La crisis de las Bolsas y el paro han reducido los ingresos fiscales

Y lo cierto es que el actor de 56 años al que ayer no acompañaba en la celebración de su victoria uno de sus mas celebrados asesores económicos, el inversor Warren Buffett, apenas ha ido más allá de adelantar que no quiere subir impuestos. Lo más que ha concretado es que impondrá nuevas cargas a los casinos indios (que actualmente tienen un tratamiento fiscal favorable), eliminará un impuesto recién firmado por Davis sobre la matriculación de coches y hará una auditoría a las cuentas del Estado.

La evolución de la economía permite valorar la complejidad de su tarea. El Estado que más aprovechó la bonanza de los noventa tiene ahora la peor calificación de la deuda de todos los Estados del país (BBB desde julio, según Standard & Poor's, el segundo nivel más bajo de los 10 existentes en la escala) y, por tanto, uno de los mayores costes de endeudamiento.

El problema del déficit es, además, estructural. El impuesto de la propiedad suponía la principal aportación a las arcas públicas y ha caído drásticamente. Cuando la Bolsa vivía su boom en los noventa, las cuentas iban bien, pero la crisis de los mercados y el paro han hecho que la aportación de los ciudadanos al fisco se reduzca. Por contra, muchos gastos son intocables porque se fijaron por iniciativas populares en referendos que insisten en mayores gastos del Estado mientras acaban con iniciativas de alza de impuestos.

Schwarzenegger dice que no rebajará el presupuesto de educación, que actualmente es el 35,2% de los gastos totales. El 40,7% se destina a la salud, uno de los presupuestos más generosos de EE UU.

Las elecciones se han seguido con discreto interés en Washington. George Bush perdió las elecciones en California y el moderado Schwarzenegger no es candidato de su gusto. Además, los analistas insisten que los problemas de California no son distintos de los del resto del país y que es significativo que el descontento permita a un recién llegado sin experiencia alcanzar el poder.

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