El buen olfato de 'Tula' y otros felinos
Tula' vive con sus cuidadores en una apartamento encastrado en una enorme mole de cemento. El felino es capaz de advertir la presencia de cualquiera de los miembros de la familia a varios metros de distancia. No se inmuta, en cambio, cuando sale del ascensor un inquilino o llama dos veces a la puerta el cartero. Tula está dotada, en fin, de un olfato especial para recibir a sus dueños. ¿O es el oído? Sólo Tula selecciona al personal. Además es una gatita callejera, no tiene pedigrí, lo que la convierte en un felino más interesante.
Inquietan, en este mundo de percepciones extraordinarias, los comentarios que en voz baja hacen observadores de Wall Street. Animan a examinar con detenimiento la gran capacidad de anticipación, como el olfato de la gatita callejera Tula, de algunos operadores e inversores.
La semana pasada arrojó luces en esta dirección y sombras sobre el rigor con que se emiten los comunicados oficiales. Los índices amanecieron con dos días en declive, el lunes y martes, porque los datos macroeconómicos divulgados hasta entonces destacaban la flojedad del empleo en Estados Unidos. Miércoles y jueves enderezaron el rumbo de los mercados estadounidenses sin noticias de interés.
El viernes explotó la traca, más en Europa que en Wall Street, con la publicación de las cifras de empleo. Por primera vez en ocho meses se crearon puestos de trabajo y los inversores mostraron un regocijo especial.
No es necesario ahondar en la reflexión. La secuencia descrita es fácil de entender: en Wall Street hay mucho felinos, como Tula, dotados de un olfato especial que ventean a muchos metros, incluso días, de distancia. ¿O es el oído, que en esto del mundo animal hay sorpresas abundantes?
Wall Street subió, en definitiva, más los días previos a la publicación de los datos de empleo que el día de la publicación. Es un despropósito, una sandez, utilizar en este caso el viejo dicho de comprar con el rumor y vender con la noticia, porque los rumores, el consenso que dicen del mercado, apostaba, precisamente, por debilidad y deterioro en las cifras de empleo.
No es la primera vez que el dedo acusador apunta contra estamentos oficiales que manejan información sensible y de alta valoración para los mercados, aunque la realidad es que no ha prosperado una sola denuncia. A veces la sospecha es peor que la realidad.
En cualquier caso, los expertos recomiendan rechazar la euforia, porque el dato de empleo del viernes no puede ser considerado como la confirmación absoluta del buen tono de la economía estadounidense.
Más bien debe ser interpretado de forma prudente, porque la economía de EE UU necesitaría el doble de esa cifra de forma sostenida para empezar a crear empleo.