En manos del segundo semestre
Marzo de 2000 es la peor referencia que tienen los mercados. Desde entonces han sido muchas las pláticas de los gobernantes acerca de la recuperación económica que viene y, en concreto, la figura temporal del segundo semestre del año como periodo del comienzo del impulso esperado. Desde marzo de 2000 han pasado ya algunos segundos semestres sin que el pronóstico se haya cumplido.
El recurso al futuro inmediato no es nuevo. En la historia económica más reciente se usó y abusó de la figura del segundo semestre, por ejemplo, en el declive de la dictadura franquista. El maná, sin embargo, no llegó a tiempo.
Las Bolsas llevan tres años con apuestas decididas de que el segundo semestre será mejor. Aguantan, incluso mejoran, antes del verano. Se quedan en tierra de nadie durante los meses en que aprieta el calor y zozobran cuando comienza el curso escolar. Septiembre ha refrendado este hecho.
Han concurrido en los últimos años, además, factores externos que han propiciado el hundimiento súbito de las Bolsas. Los atentados del 11-S y el clima prebélico del año pasado fueron determinantes.
Cuando se hojea el libro de estrategias de las principales firmas del mercado para lo que resta de año, el factor sorpresa no aparece. Los analistas insisten en que el último trimestre será mejor y que en esta ocasión el saldo semestral (con septiembre venció el primer periodo) será más positivo y romperá la línea de despropósitos de los últimos ejercicios.
No debe extrañar que, a medida que se acerque la Navidad y las cuentas, un suponer, no acaben de salir, comiencen a proyectarse mejores escenarios para el segundo semestre del año que viene. Se trata de mantener la esperanza, de seguir pedaleando para que la bicicleta se mantenga en equilibrio, aunque sea a duras penas. Lo peor, en cualquier caso, es dejar de pedalear.