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Un mejor uso de los fondos de cohesión

Los principios utilizados en la asignación de los fondos de cohesión de la UE para promocionar la convergencia económica deben ser conocidos incluso para cualquier grupo de niños que se reúna a comprar juntos una bolsa de gominolas. A cada país miembro le gusta recibir más o menos lo que puso en el fondo común -es decir, que cada uno debe recibir una porción-. Este enfoque es absurdo en cuanto se habla de algunos de los países más ricos de la tierra y está a punto de serlo aún más con la adhesión de economías emergentes de Europa del Este y Central. De todas formas, los cambios propuestos a este sistema, para que el reparto sea más eficiente, probablemente no sean aprobados todavía por la Comisión Europea. Los fondos se deberían gastar en dos programas: uno que mejore las instituciones y el otro que invierta en capital humano y físico. Las ayudas de la UE a las regiones en declive industrial deberían dirigirse a retener y reubicar la mano de obra, más que a apuntalar empresas que no son competitivas.

Estas propuestas son tan sensatas que es difícil entender por qué la Comisión no se mueve en esa dirección. Es más, sería una señal de madurez si los Estados miembros admitieran que la mejor forma de ayudar a sus ciudadanos no es pedir que sus contribuciones les sean devueltas, sino demandar que se gasten en formas de incrementar el crecimiento y que beneficien a todos.

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